Palabra Pública - N°9 2018 - Universidad de Chile

darse en el interior de los espacios educa- tivos, por ejemplo”. Schiappacasse explica que el Plan dispo- ne de nueve objetivos que apuntan a pro- mover el análisis crítico y ejercicio de una ciudadanía responsable, comprendiendo el sistema de derechos y deberes recono- cidos en la Constitución y en el sistema internacional, y la diversidad social y cul- tural del país. “Este ideal”, dice, “permea no sólo a la educación formal en aula, sino también a los diferentes espacios ga- rantizados de participación y diálogo al interior de los establecimientos”. Abraham Magendzo sí piensa que el Plan de Formación Ciudadana es un avance, “porque el conocimiento no es una cosa que uno agarra del cielo, es un proceso continuo, de ir enfatizando. Entonces la formación ciudadana va a costar, la gente va a entender la educación cívica, pero no va a entender altiro que no basta con saber que existen los tres poderes del Estado, te- nemos que aprender a comportarnos de manera distinta para ser ciudadanos dig- nos de una sociedad democrática”. Los eternos culpables “Ahora, una cosa es influir en el currí- culum y otra cosa es lo que está pasan- do en la sala de clases”, dice Abraham Magendzo, refiriéndose a los profesores. “No todas las instituciones formadoras de maestros le hacen hincapié a temas de derechos humanos. Hay muy pocas uni- versidades que tienen cátedras, diploma- dos o maestrías vinculadas a los derechos humanos y, particularmente, a la educa- ción en derechos humanos. La mayoría de las universidades no le dan mucha importancia al tema, aunque, debo reco- nocerlo, hay algunas que sí”, agrega. Enrique Azúa coincide con Magendzo y muestra una evidencia, ya que el INDH también ha revisado la formación docen- te: en las carreras de pedagogía identifi- caron las asignaturas que debieran tener algún contenido de derechos humanos. Según explica, en las mallas curriculares de las escuelas de pedagogía eso corres- ponde a un 8%, aproximado, de las asig- naturas. De ellas, sólo el 0,04% incluía algún tema de derechos humanos. Desde el Mineduc, Jorge Schiappacas- se reconoce que uno de los principales desafíos es la formación inicial docen- te. De hecho, para la elaboración de los estándares pedagógicos y disciplinarios que el Mineduc debe entregar al Con- sejo Nacional de Educación este año, ya definieron cuatro ejes temáticos nuevos: enfoque de derechos, inclusión, inter- culturalidad y género. “Esto señalará un marco de elementos esenciales que todo futuro docente de educación de párvulos, básica, media o especial debe- rá lograr para generar oportunidades de aprendizaje de calidad en su futuro ejer- cicio profesional”, dice Schiappacasse. Esto, aunque el futuro es incierto, ya que el concepto “derechos humanos” está ausente en el capítulo sobre educación del progra- ma de gobierno del actual Presidente, Se- bastián Piñera. En él sólo se compromete a desarrollar un “programa Educación para el Futuro”, que considera un Plan Nacional de inglés y otro de lenguas digitales. “Uy, parece que se nos olvidó una parte” Pero Chile no es la oveja negra. Según En- rique Azúa, la educación en derechos hu- manos en todo el mundo empieza a tomar fuerza recién en los años ‘90. “Y esto tiene una razón: en 1948, cuando se establece la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se reconoce el ideal de los de- rechos humanos y, al mismo tiempo, se asume que estamos lejos de ese ideal. En- tonces, para acortar esa brecha se estable- cen dos mecanismos: obligar, para lo que Enrique Azúa cree que efectivamente se han ido incorporando temas de derechos humanos al currículum, pero dice que eso no necesariamente se traduce en un enfoque de derechos. P.12 P.P. / Nº9 2018

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