Palabra Pública - N°8 2017 - Universidad de Chile

sin distinción genérica y afirmar las razo- nes del nacimiento: de rabia, de pobreza, de olvido. Insisto en el carácter colectivo que asume el habla, que reconoce la mul- tiplicación de su pueblo mediante tres términos. Se nace por rabia, para desau- torizar el exterminio, se nace por pobres, porque la precariedad se atenúa confor- mando comunidad, ampliando la estirpe, y luego se nace por olvido, por una me- moria del daño que se deja entre parénte- sis, para intentar conformar una vida en concordancia y equilibrio con el paisaje, como el musgo en la ribera, aunque siem- pre se manifiesta con fuerza la conciencia de la catástrofe final. Es importante insistir en que hay un afán por evitar la conformación de una realidad homogénea para esta comunidad. Esto in- cide en la exposición de un vínculo dual con el río: “Nuestra relación con los ríos nunca fue fácil. / Pueden darnos todo/ como podemos perder todo” (33). Porque el río también arrastra cuerpos muertos y “no purifica/ quema” (60). Desmitificar, de tal manera, la relación de equilibrio en- tre sujeto y naturaleza es la función de este poema. El sujeto se encuentra, por tanto, en un permanente estado de confronta- ción incluso con su hábitat. La naturaleza no tiene, de tal forma, sólo el idealizado signo nutricio o benevolente, sino que también puede transformarse en violencia. Porque todo lo que implica a la comuni- dad está expuesto siempre a la devastación, a la pérdida de lo construido. En el segundo segmento del libro surge, por primera vez, la focalización en la fa- milia y un lugar, la filiación específica de la hablante, donde la madre muere “en un charco aún más profundo/ que tus pies descalzos sobre el zanjón” (35) mientras el padre se representa como una figura dual que transita entre: “Lamer piedras para alimentarnos, / volver al barro para izar/ banderas del cabello” (35). El lugar es Nueva Imperial, en el profundo sur chi- leno, donde “-Arden y arden los puentes/ y los perros del territorio” (36). Las marcas de arraigo permiten que in- grese con fuerza la voz testimonial de la hablante: “Tengo colgando mi periferia/ como fragmento de toda historia. / He- rido tengo el fósil y mi llaga/ es un hori- zonte en su discurso.” (37). Ahora es ella quien porta la herida-llaga y la periferia, potente, porque “La vida se ha desarro- llado de manera más fecunda/ constante- mente/ en los / márgenes de los ríos” (45). Esta conciencia de margen viene a cons- tituirse como unidad-crisis determinante para su identidad: “Tengo un río herido/ en forma de zanjón/ que grita india y me tira a la calle/ desprendiendo hijos/ en cada vena de su navío”. Esos últimos ver- sos concitan el cuerpo-sujeto expulsado, violentado por el colonizador, al que des- obedece, armando un lugar en espacios que se le niegan por su diferencia. El viaje que emprende en este volumen Catrileo es hacia la ciudad que trae adheri- da pobreza, sin embargo el mayor peligro es el olvido del origen, la fragmentación de la comunidad. Así dice: “Somos una madeja/ la familia esparcida/ entre cables/ que recorren avenidas/ como antes el río” (49) para luego agregar, “Estamos en un mapa que se fragmenta/ y con cada piedra formamos un origen” (ibíd.). El refuerzo del plural, es la memoria ancestral y la me- moria en torno al presente. Que no se ol- vide que hubo y hay comunidad y la pul- sión a formar origen mediante aquello que vincula con el paisaje natural, como las piedras, ya que el enemigo, el que despoja, aprovecha que algunos “perdieron el ca- mino de vuelta” (54). La poeta intensifica su visión de la violencia sobre su pueblo y señala una pérdida mayor, entrelazan- do su voz con la del expropiador, “Y toda su sangre/ todas sus tierras/ una que otra bala sucede ahora. / Un disparo es poca cosa./ Dame tus puentes/ tus caletas entre ríos, entre fango./ Los niños también caen muertos/ no solo la madre” (54). “¿El río nos podrá salvar?” (60) se in- terroga hacia el final la voz lírica, como un clamor desesperado ante la catástrofe final para luego afirmar: “Nuestro rostro de frente/ ante balas./ Nuestros rugidos de frente” (65). Esta vez surge el rostro que confronta las armas del poder. El avasalla- miento territorial es una tecnología pues- ta en marcha desde siempre, a la cual se puede contrarrestar dando la cara, aunque esto implique nuevamente la consolida- ción de un proyecto de exterminio étnico. Río herido es un libro sobre la margina- ción y el exterminio de un pueblo, por medio de un trabajo que se niega a las idealizaciones y facilismos. Catrileo, en cada punto, elige la bifurcación del signo, la crisis de cualquier identidad, el rechazo a la lectura acrítica de la herencia cultu- ral, sin por ello oscurecer ni amortiguar la rabia, la rebeldía. En un movimiento de reencuentro y búsqueda, Catrileo explora nuevos territorios, desde el desarraigo y posibilidad de una comunidad por cons- truir, convirtiéndose así en una de las vo- ces más interesantes de la nueva poesía de mujeres mapuche. FICHA: RÍO HERIDO DANIELA CATRILEO EDITORIAL EDÍCOLA SANTIAGO 2017 67 PÁGINAS P.34 P.P. / Nº8 2018

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