Palabra Pública - N°8 2017 - Universidad de Chile

Si la poesía de mujeres ocupa un lugar invisibilizado en el patriarcal mundo de los poetas chilenos, qué decir de la poesía escrita por mujeres mapuche, doblemente subordinada, marginada, ignorada. Pese a su evidente y enorme valor estético, la poesía de Daniela Catrileo es un ejemplo de esta constante práctica segregadora, que me parece necesario seguir comba- tiendo. Río herido es un libro que acontece en un doble movimiento de pertenencia, en la estirpe y la naturaleza, y de recha- zo, de expulsión hacia lo desconocido, un fuera violento, al que se expone la voz poética y su comunidad desgajada, some- tida al despojo. El volumen se organiza a partir de una ruta, similar al curso de un río que indica un territorio y un asentamiento: “Este no es mi viaje. / Este es mi viaje” (11) una proposición no disyuntiva que marca la indeterminación, evitando con ello singu- larizar y traicionar las bases de una ideolo- gía colectiva. Luego viene una afirmación radical para el conjunto: “NOHAYES- TRUCTURANIORIGEN” (12). Aun cuando el verso homologa estructura y origen, el libro se encarga de negarlo. El poemario se aproxima, de tal forma, a una concepción no autoritaria, ni vertical, que no concibe el origen como un sitio único, sino que, por el contrario, los recorridos son transversales y las matrices, diversas. De frente contra el daño y el exterminio POR PATRICIA ESPINOSA CRÍTICA DE LIBROS El río es uno de los tópicos fun- dantes de esta escritura, río como vida, escritura, voz, lugar habita- ble, purificación: “me arrastro por el río con el pecho abier- to/ limpiando la herida” (52). Pero también el río está herido, dañado, como la lengua rota, silenciada; ambas figuras, río y lengua, han sido violentadas. Para mí, la herida remite también a un pueblo, el mapuche, cuyo daño es anterior a la letra, como señala el texto de Catrileo: “¿Cómo escribir un nom- bre/ que nació herido, / antes de ser es- crito/ antes del origen de la letra?” (15). La poeta inscribe un antes y un después a la escritura como marca de colonización. Es en este momento cuando asume el plural y dice: “es que estamos rotos” (17) para luego agregar: “la herida es nuestra/ evidencia” (18). La rotura es la violencia sobre los cuerpos de la comunidad a la cual pertenece la hablante, quien asume la herida como signo de la devastación que requiere ser demostrada. Aun cuando, como señalaba, el volumen se abre negando el origen, la poeta insiste en abordarlo: “nacemos/ de rabia/ de po- bres/ de olvido/ como musgo en la ribera” (24). Homologar entonces al sujeto con el paisaje, con el musgo como metonimia, que se adhiere al río, fuente-madre-padre, Río herido de Daniela Catrileo: “Catrileo, en cada punto, elige la bifurcación del signo, la crisis de cualquier identidad, el rechazo a la lectura acrítica de la herencia cultural, sin por ello oscurecer ni amortiguar la rabia, la rebeldía”. P.33 Nº8 2018 / P.P.

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