El testimonio : 1972-1982 : (transformaciones en el sistema literario)

44 historia literaria nacional había sido ya recurrida — período de la Reconquista, período de la dictadura de Ibáñez— , no ha­ bía sido utilizada sin embargo, en las últimas décadas sino ra ramente, y constituía un discurso abandonado en lo literario. Las representaciones simbólicas lingüísticas, habían sido rea­ lizadas por el vehículo de la ficción, en sus formas tradicio­ nales de la poesía, el cuento y la novela. Distintas clases so cíales alcanzaron a representar su universo y conciencia de la sociedad y del mundo en general, a través de la ficción litera­ ria. Destaca, inmediatamente antes de este período que exami­ namos, la representación literaria de la conciencia burguesa y pequeño-burguesa, tal como se observa en la llamad "generación1 del 50. Por su parte, y tal como lo ha observado Tomás Moulián (30), el proletariado chileno alcanza un nivel de representa - ción simbólica literaria de su práctica histórica. Esta repre­ sentación, cual sea el grupo que la genere, es asumida por agen tes sociales especializados en la tarea artística de la escri - tura. Mientras la sociedad mantuvo un orden basado en cierto consenso, y el sujeto social se constituyó, en un aspecto, so - bre la base de una organizada división del trabajo, la práctica histórica económica y social no intervino en el campo de la li­ teratura directamente. Los escritores profesionales hicieron lo suyo, que era el papel que la sociedad organizada de esa manera les entregaba. Y los grupos y sectores que participaban direc­ tamente en el aparato productivo material, se dedicaron a sus propias tareas. Esta organización de la producción material- intelectual de la sociedad chilena, fue bruscamente interrum­ pida por el golpe de estado, aunque ya en el período inmediata mente anterior y como producto de la relativa hegemonía de la ideología proletaria este panorama comienza en otro sentido a ser transformado, al menos en el eranciado del discurso. En primer lugar, en el período que estudiamos, observamos que la representación ficticia se hace insuficiente ante la sitúa ción de violencia y crisis global de un sistema de vida social, la cual exige un trabajo diferente de registro histórico y de denuncia de urgencia. El escritor tradicional, asentado sobre una profesionalidad burguesa --que postula una adhesión o com­ promiso "espiritual" con el movimiento social--, es incapaz de responder de inmediato a los acontecimientos y figurarlos. Sus medios también resultan ineficaces ante la dimensión glo- balizante del cambio, y la multidimensionalidad histórica so­ bre la cual no alcanza a generalizar su visión. Por ello la sociedad recurre, intuitiva y espontáneamente a un tipo de re gistro fragmentario de los hechos, privilegiando en un comien

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