La industria cinematografica chilena : desafios y realidades

Cine-Foro Escolar funcionó ininterrumpidamente durante cinco años con participación de 40.000 estudiantes y 1.118 profesores acompañantes. La transcripción de las grabaciones mag­ netofónicas de los foros, junto con las evaluaciones de los profesores, fueron publicadas cada año. En cuanto al financiamiento. en dos períodos (1982 y 1983) el Centro Nacional de Comu­ nicación Social del Episcopado recibió la colaboración de CENECA para cubrir los sueldos de media jornada de los organizadores. Pero, los gastos de operación siempre se autofinancia- ron. En 1980 nosotros estábamos pensando en la formación de un público a largo plazo; me­ diante el hecho de ofrecer una programación seleccionada, sala hermética, pantalla gigante y público homogéneo creíamos que los niños progresarían, porque se trataba de demostrarles que ir al cine podía convertirse en una acción cultural. El tiempo nos dio la razón, porque los participantes de todos los niveles se fascinaron con la experiencia de tomar un micrófono y ex­ presar libremente sus opiniones frente a 800 ó 900 compañeros de diferentes colegios. Como metodología de animación de cine-foro trabajamos siempre con la dinámica del aplauso espontáneo, así fueron los mismos actores de la experiencia quienes iban aprobando o desaprobando lo que allí se debatía El estudio y evaluación de esos resultados nos fueron dando pautas desde la primera sesión. Ocurrió, por ejemplo, que se marcaron diferencias de apreciación entre los alumnos de colegios pagados y de colegios gratuitos, a pesar de correspon­ der a un mismo nivel de escolaridad y de edad. En el caso de los mayores, en la película “ Luces de la ciudad" de Chaplín, que arrendamos a un precio más que conveniente, los niños ricos ante la escena final del primer plano más conmovedor de la historia del cine reaccionaron en forma absolutamente fría: las opiniones que ellos vertieron fueron las siguientes: la niña estaba ciega y, por lo tanto, cuando entabló una relación con el marginado social, no lo sabía; así, cuando ella descubre la verdad, lo natural era que se separaran. Y a la semana siguiente ante la misma escena, los niños pobres dijeron que creían que la película no terminaba ahí y que ella tendría que reaccionar y que algún día se encontrarían. Los menores también se diferenciaron; en “ El pequeño Lord", en la escena final del banquete, los ricos observaron con naturalidad y los po­ bres rompieron en aplausos ante la magnificencia de la comida. Pero, con el transcurso del tiem­ po, tuvimos la grata sorpresa de advertir que los alumnos mayores, ricos y pobres, tuvieron la misma reacción ante “ Los muchachos del verano” al apoyar calurosamente el grupo que estaba disminuido económica y socialmente; y eso, evidentemente, fue un logro del programa. En forma simultánea a Cine-Foro Escolar organizamos cursos para Monitores de Cine-Club, destinados a animadores culturales de centros juveniles parroquiales o profesores de colegios católicos. Pensábamos que podríamos capacitarlos para utilizar el cine como un medio de promoción cultural y humana en sus respectivas poblaciones. Se realizaron tres cursos cuyas asignaturas fueron: I. Lenguaje cinematográfico, II. Dinámica del cine-foro y III. Operación de un proyector de 16 mm. A estos cursos asistieron 150 animadores que, en la actualidad, están trabajando en parroquias y colegios en diversos programas de educación para la imagen. Después de cada Curso para Monitores de Cine-Club realizamos una tutoría de un año co­ mo seguimiento de los participantes. Así fuimos conociendo la realidad de cada situación en particular. Como era de prever, en los colegios pagados se montaron bien equipados departa­ mentos audiovisuales y en los colegios gratuitos y parroquias marginales las actividades ten­ dieron a sufrir la autolimitación por falta de medios económicos mínimos. Nada era fácil. Durante el II Curso para Monitores de Cine Club había fallecido en un accidente Carlos Besa, lo que nos afectó profundamente. Tuvimos en ese momento el desinte­ resado auxilio de Ignacio Agüero, otro ex alumno de la Escuela de Artes de la Comunicación

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