La industria cinematografica chilena : desafios y realidades

V. EL CRITICO, EL EDUCADOR, EL ANIMADOR CULTURAL EN LA CONSTITUCION DE NUEVOS PUBLICOS PARA EL CINE EDUCACION CINEMATOGRAFICA PARA ESCOLARES ALICIA VEGA Profesorae Investigadorade One, Directora Nacional de One del Area de Comunicaciones de laConferencia Episcopal de One. Expondré las experiencias en educación cinematográfica para escolares en que he participado durante los últimos seis años. Al remitirme estrictamente al tema solicitado por la coordina­ ción de este seminario hablaré como representante de la Oficina Nacional de Chile, el cual ha desarrollado esas actividades. Me hice caigo de la Oficina Nacional de Cine en 1980, aportando 25 años de docencia en la Universidad Católica y en la Universidad de Chile. Mi primera acción fue pedir un ayudan­ te, el inolvidable Carlos Besa, ex-alumno de la Escuela de Artes de la Comunicación. Trabaja­ mos juntos durante dos años, período en el que logramos crear dos programas: Cine-Foro Escolar y Curso para Monitores de Cine-Club. Inventamos esos programas después de una investigación sobre *‘La influencia cultural y social de las películas extranjeras” que presentamos en el Congreso mundial de la Organización Católica Internacional del Cine y Audiovisual, en Manila, 1980. Habíamos quedado impactados por los datos que recopilamos para informar de la realidad chilena entre los años 70 y 80. Según la indagación, aparecían los niños y adolescentes como los más vulnerables. Así deci­ dimos hacer nuestra, en el ámbito del cine, la opción de la Iglesia por los pobres y los jóvenes. Cine-Foro Escolar consistió en la exhibición semana) de una película de largometraje, se­ guida de un foro sobre los problemas expuestos en ella. Las sesiones, programadas en una sala comercial céntrica (Cine-Arte Normandie), se propusieron en horario escolar, de manera que pudieran concurrir cursos completos a cargo de un profesor, con la finalidad de repetir el foro al interior del colegio al día siguiente de acuerdo a una pauta general entregada por noso­ tros. Las funciones se programaron por niveles de escolaridad para un público de niños de 9 a 17 años. El objetivo general era iniciar al joven espectador en una posición crítica frente al lenguaje de la imagen kinética que lo indujera, en alguna medida^ a formarse un criterio personal basado en la apreciación de valores intelectuales y morales. También, en lo general, deseábamos promo­ ver a partir de esas experiencias colectivas la organización de programas de educación para la imagen autogestados por cada colegio. En esa dirección ya estábamos planificando los Cursos para Monitores de Cine-Club. Como objetivo específico, nos entusiasmaba la idea de ofrecer a cada participante una experiencia cinematográfica que podría calificarse de óptima, es decir: buena programación, información adecuada y ambiente de encuentro masivo. Ofrecimos Cine-Foro Escolar a 150 colegios católicos de Santiago. Respondieron afirma­ tivamente 75, de los cuales más del 50% correspondía a niños de escasos recursos. Nosotros debimos, entonces, enfrentar los gastos de operación del programa que consistían en: contra­ tación de la sala, arriendo de película de 35 mm., equipo de amplificación de sonido para cinco micrófonos y contratación de ocho estudiantes universitarios que nos asistieran en la dinámica de grupo. Se trataba de un volumen de financiamiento que no manejábamos, así, inventamos una fórmula que podría decirse era socialista debido a que le cobramos una entra­ da a cada niño rico y con ella le prestamos un servicio a él y a otro niño pobre, que pudo asis­ tir al mismo espectáculo en forma absolutamente gratuita.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=