La industria cinematografica chilena : desafios y realidades

de diez grandes empresas que controlan la distribución mundial y básicamente son las grandes empresas americanas, como ocurre en el cine. No es que lo hagan por ninguna ley, lo hacen exclusivamente porque ese es el tipo de material que las estaciones buscan, porque es el material que les da mayor rating. Pero hay una cosa muy interesante que se produce en la TV: es una regla general que no le es conveniente a un canal producir más del 50% de las lloras que está en el aire, porque el gasto de infraestructura que tendría que tener la incrementa demasiado los costo. Manteniendo un 50% pueden comprar muy barato el material fílmico, y con eso bo­ nificar la producción propia. Esto ocurre en el mundo de la TV, prácticamente en todas partes. La segunda regla, y muy importante, es que a medida que crece la TV, el material fílmico importado pasa a segundo plano; el rating se obtiene con la producción nacional. Es la produc­ ción nacional la que le da el éxito comercia! de sintonía a los canales de TV. Entonces, si hay una adecuada legislación y se producen cosas buenas, no hay ninguna razón para que no pue­ da tener éxito la yunta de la TV con el cinc. Acentuando lo que decía antes, hay países como Inglaterra que tienen una limitación en el número de lloras que dan a los programas extranje­ ros para darle más promoción a los programas nacionales. Yo creo que no se trata de olvidar­ se de las salas, ni del público que va bajando: va bajando no porque no vea programas, porque está viendo muchos más programas. Lo que pasa es que cambió de silla, lo que veía en la sala de cine ahora lo ve en la TV de la casa, y después lo va a ver en el video cassette. Entonces, hay que unirse, hay que trabajar para eso. El otro aspecto muy importante es que las estaciones televisoras, a medida que crecen, se transforman en unos organismos enormemente burocratizados y muy difícil de poder trabajar con ellos. Este no es un mal de un país, es un mal generalizado. Por ello, el éxito de la pro­ ducción y el éxito comercial se debe traducir en que los concesionarios de TV se limiten a ser broadcasters y contraten afuera la producción. Esto permite universalidad en la creatividad, y no la limitación al funcionario que siempre se va sobre seguro, y entre más éxito tiene, más burócrata es y más sobre seguro trabaja, sin mover nada. Cuando las televisoras se dedican a ser broadcasters, a poner la señal en el aire, es cuando empiezan a ganar dinero, porque tienen el control exacto de los costos de producción, porque saben cuánto es lo que pagan por la hora. Yo estoy seguro que ustedes pueden hablar con cualquier ejecutivo de TV del mun­ do, en producción, y no tiene idea lo que le cuesta la hora de producción: en cambio ustedes que hacen videos saben muy bien cada peso que van gastando en la cinta del video y en todos los demás costos. Yo conversaba la semana pasada con el director internacional de TV Globo, y la preguntaba ¿cuánto vale la hora de producción de una telenovela brasileña? No sé: ¿y des­ de cuándo no sabe? Nunca lo hemos sabido; lo único que sí sé es que cada vez es más caro, me dijo. ¿Y por qué? Porque cada día hay más burocracia. En cuanto a cómo veo la TV chilena; es una apreciación muy personal, pero voy a tratar de ser lo más objetivo que puedo. Yo viajo por toda América Latina y veo los canales de TV En ese contexto la TV chilena es muy digna y siendo yo un hombre de empresa privada, creo que esto es así porque la TV en Chile no es empresa privada. Yo creo que la TV tiene obligaciones demasiado grandes, especial-’ mente en el mundo subdesarrollado, para que quede entregada solamente a una empresa que. por respetable que sea, solamente tenga el objetivo de generar ganancias económicas. La TV chi­ lena, al haber quedado en manos de las universidades, logró poco a poco un nivel que no tiene el resto de América Latina; incluso yo diría que comparativamente nuestra TV es más digna en su producción que la argentina, que es un país con tradición de cine Después de esas (lores, yo creo que la cosa cambia: podrían hacerse muchas más cosas en la TV chilena. Ha crecido tanto el aparato burocrático de los canales, que es difícil la manió-

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