Notas sobre arte y movimiento social [1973-83]

5 "descarte". Existe en el mensaje artístico una dimensión cri£ talizada, de signo que produce una identificación espontánea y emocional; una dimensión nada misteriosa de signo operante, reconocido y reconocible. Como tal, posee una enorme fuerza evocadora y aglutinadora; una fuerza simbólica que le hace i­ rreemplazable en este momento que requiere de símbolos fuertes y abiertos de identificación colectiva: símbolos que portaran un pasado, de gran fuerza emocional; símbolos abiertos capa - ces de contener y — también-- de preñarse de otros sentidos. Capacidad significativa que difiere de la de otros discursos más racionales y cerrados. Por ello — dicho sea de paso— tampoco puede hablarse de un reemplazo de la función informa tiva o política por medio del discurso artístico: éste pueda sustituir, pero no es los otros dicursos. LA FUERZA DEL SIMBOLO1 A este momento primario de expresión, de reconocimiento sim­ bólico, de congregación en torno a espacios comunes, les sigue otrr — breve— y que es una suerte de "continuación natural" de este proceso: la percepción de este movimiento artístico- alternativo como una fuerza cultural y política capaz de in­ terpelar al autoritarismo y de erigirse como alternativa. El crecimiento orgánico de este fenómeno artístico (1),sumado (1) Entre 1975 y 1980,se formaron sólo en Santiago más de 70 organizaciones culturales de di_ versa índole. Se calcula que el promedio de "actos solidarios" en poblaciones era, sema­ nalmente, de unos 20 o 30. En 1979, existían alrededor de 500 grupos de músicos aficiona dos en poblaciones, en tanto los teatrales llegaban a unos 40. Se realizaban frecuentes actos culturales masivos, con asistencia de hasta 8 mi personas.Ver mi trabajo"Transfor- maciones culturales y movimiento artístico en el régimen autoritario",CENECA, 1983.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=