Coloquio democracia y participación universitaria

Coloquio Democracia y Participación Universitaria [ 56 ] ción de país, del Chile del futuro y de la fuerza de trabajo, también. Insisto, no estamos hablando solamente de las élites. Ese es el significado que deberíamos darle la lucha por mayor participación y a los conflictos que se dan al interior de la educación: cómo somos capaces de disputar la formación, el ideario bajo el cual se forman los nuevos profesio- nales. Entendiendo que en esto el adversario está claro y es esta ideología del clientelismo, que nos sitúa en conflicto muchas veces al interior de las insti- tuciones, instalando la lógica del consumidor versus el proveedor del servicio de educación, con retóricas combatidas con estéticas, pero materialmente es otra cosa lo que ahí está sucediendo. En términos muy gruesos, acá hay una lucha por esa formación ideológica y de cómo hacer que lo sectores sociales sean capaces de incidir en los proyectos de la nación, en los idearios que se construyen al interior de las universidades. Cómo ser capaces de dar inicio a un ciclo de cambios con mayor democracia y mayor igualdad y, en particular, de hacer de las universidades trincheras en la batalla por hacer de Chile un país más desarrollado, más igualitario, más democrático. Y de poner al servicio del desarrollo integral, no sólo del creci- miento económico, los conocimientos que se producen al interior de nuestras casas de estudio. Digo “trincheras”, porque una de las deficiencias que hemos tenido en este particular año como movimiento social por la educación, y que es indicativo de la tremenda despolitización de los movimientos sociales en Chile que hay que resolver en el corto plazo, es no haber comprendido que tenemos que asu- mir esta lucha como una guerra de trincheras que hay que cavar, asumiendo que tenemos un enemigo que puede ser minoritario pero que tiene un pode- río tremendo, con armas y una unidad política tremendas. Indicador de eso es que esta semana, a pesar de lo bajo que estaban en las encuestas durante los momentos más álgidos de la movilización, estos tipos se reordenaron y están cortando nuestras demandas, quitándolas, despojándolas de toda su radicali- dad, hablando de gratuidad inclusive, para viabilizar una profundización del modelo actual de educación sin asco alguno. Con el voto de senadores desig- nados, con el voto de un tipo que venía saliendo de la cárcel, con cuestiones así de ilegítimas, son capaces. A pesar de la masividad y la radicalidad de las forma de la movilización, se reordenan. Y aunque los partidos políticos estén en crisis y la clase política esté profun- damente deslegitimizada, nosotros tampoco hemos sido capaces de hacer de eso una verdadera crisis, o de expresar afirmativamente una alternativa. Por lo tanto se reordenan, se recomponen, y las universidades, en tanto, como elefantes blancos y lentos, son incapaces de articular propuestas de futuro. Ni siquiera con la tremenda legitimidad que tienen a diferencia de las otras instituciones. Este año nos hemos dado cuenta de la crisis de legitimidad que tienen las autoridades en Chile, la autoridad política, los partidos políticos, lo empresarios, la iglesia. Pero las universidades estatales que contribuyen al desarrollo nacional, la Universidad de Chile entre ellas, tienen todavía un sitial de legitimidad que les concede la sociedad y que, creo, no han sabido aprovechar. De ahí la relevancia y la eficacia que tiene el entender a las uni- versidades como trincheras para la transformación. En concreto, algunas ideas programáticas de la universidad como trinchera. Una de las primeras es entender que al interior de las universidades debemos velar por el contenido que le damos a la participación universitaria, a la de- mocratización de nuestros espacios formales de decisión, así como también

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