En clave adolescente

EN CLAVE ADOLESCENTE ••• REFERENTES, PRÁCTICAS Y HÁBITOS DE CONSUMO AUDIOVISUAL SEGUNDA PARTE. Desafíos para la educación mediática de los adolescentes ••• 116 V. la educación del gusto Pese a que ya Aristóteles (1990) hablaba en su tiempo de que la educación es ante todo educación del deseo, son escasos los maestros y las maestras que cuentan entre sus objetivos fundamentales el de educar el deseo de sus estudiantes, el de educar sus gustos. Solemos relacionar nuestra misión como profesionales de la educación con la necesidad de gestionar los conocimientos de los estudiantes, casi nunca con la exigencia de modelar sus gustos, de gestionar sus deseos. Me atrevería a ir un paso más allá y a afirmar que con más frecuencia de lo deseable se produce entre los maestros y maestras una actitud de menosprecio hacia los gustos de sus alumnos, un menosprecio que refleja por su parte un sentido de superioridad y al mismo tiempo de falta de implicación. Un buen profesional de la educación no puede despreciar los gustos de sus alumnos. No debería hacerlo, ante todo, porque en una buena medida se debería sentir corresponsable de esos gustos. El educador que critica a menudo (y con razón) la mercantilización de los grandes valores de la sociedad, debería aprender del mercado algo de importancia capital: la capacidad de gestionar los deseos de sus interlocutores. El educador no debería despreciar los gustos de sus alumnos, además, porque solo partiendo de estos gustos puede aspirar a mejorarlos, a construir deseos de un nivel superior. Cuando se dice de alguien que se mueve por ideas o por valores, en realidad habría que decir que se mueve por la pasión por unas ideas o unos valores. Una cosa es tener en la mente ideas y valores desde el punto de vista cognitivo y otra es tenerlos desde el punto de vista del deseo, de la pasión. Lo ejemplifica muy bien el siguiente relato, extraído de la vida de Diógenes (De Mello, 1985). Diógenes El filósofo Diógenes cenaba un día pan con lentejas, cuando le vio el filósofo Aristipo, que vivía confortablemente a base de adular al rey. Aristipo le dijo: • Aprende a ser sumiso al rey, y no tendrás que comer lentejas. A lo que Diógenes replicó: • Aprende a comer lentejas, y no tendrás que adular al rey. Relato extraído de A. DE MELLO, El cant de l’ocell

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