Mapuche Nütram

67 Tal como el invierno, con duros meses de frío y lluvia, el inicio de su labor educativa estuvo dado por las complicaciones que significan el desconocimiento del trabajo escolar, sumado al aislamiento con que tuvo que organizar sus actividades. Ella estaba acostumbrada a trabajar con dirigentes y en la comunidad, a relacionarse con personas de diferentes procedencias, teniendo una gran capacidad de adaptación. Sin embargo, el trabajo con niños y jóvenes presenta otras características que ella desconocía: “Uno tiene que tener el dominio de los niños y me tiraron así como a los leones primero, sin profesor, los primeros años. Luego pasé por varias cosas, porque para los profesores esto era desconocido. Me tocó una profesora que no entendía mucho, yo hacía las clases. Después me pusieron a un profesor mentor que era champurria , que era mezcladito, pero que se me escapaba, me dejaba sola en la sala y terminaba haciendo las clases yo, sin planificación, sin nada”, recuerda. En este contexto, la tía Panchita se fogueó, hasta la llegada de una positiva estabilidad. Pewü: Tiempo de florecer Antes del año 2010, en que se da inicio a la asignatura de Lengua Indígena, Francisca ya había pasado por muchas pruebas en su posición como educadora: haciendo clases sola, con poca preocupación de profesores y formándose autónomamente. El apoyo y compañía de la profesora encargada de la escuela de aquel entonces, Blanca Eugenia Cayupi, complementaba algunas de sus necesidades, sin ser suficiente para su trabajo educativo. Una vez que el nuevo sector curricular se pone en marcha a nivel nacional, la tía Panchita comienza a desempeñarse ya no tan solo en talleres, sino que enseñando la lengua mapuche y, esta vez, en conjunto con profesoras mentoras que la apoyaron en su labor. No muy convencida sobre la pertinencia de los programas de estudios, pero con el aprendizaje obtenido los años anteriores y con la convicción de enseñar lo mejor posible a sus estudiantes, la educadora comenzó a realizar un trabajo sistemático en la escuela: “El trabajo que hicimos con Violena y Rosemarie fue bastante bueno, enorme, porque cien por ciento nos dedicábamos a los niños y bueno... ellas siempre con el respeto, eso es lo que yo valoro igual, por el respeto que tenían hacia mí, y de no querer embarrarla, por decirlo así, no querer pasar por encima, no hacer las cosas mal. Entonces, siempre ellas me consultaban”. Walüng: Las primeras cosechas Esta manera de trabajar empezó a entusiasmar a parte de su comunidad educativa, haciéndolos participar activamente Francisca Blanco

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