Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

1/ARIO FERRECC/0 POOEsr,( TRES RE FO R M .4. DORES /91 Por otra parte, su conversión al catolicismo, en ese triste hospicio de loa catecúmenos de Tu- rin. cuya descripción se quisiera más pesimista aun, es más sincera, sin duda, d~ lo que preten- de en sus Confesiones, -digo más sincera, pero no di¡o más real y más profunda. De la fe y de la.. vida católica no cogió sino el gm:to exterior, las apariencias sensibles cuya voracidad sen- sual, no reducida, exasperada al contrario por insatisfacción durante su infancia calvinista, se sació en la atmósfera equívoca de Mmc. de Wa- rens . No volvió al calvinismo sino en 1754; permaneció entonces durante veinte y seis años en la Iglesia católica. Sin ese paso por el ca~o- licismo, sin el abuso de las cosas santas y de las verdades divinas que su cultura católica b . 1•r- mitió, Rousseau no·habría sido completo, no ha - bría hablado Juan Jacobo, lo concedo de bue- nas ganas. Pero agrego que pasó por el catoli- cismo como pasar ciertos fermentos patógenos por un organismo o en un medio de cultivo, pa- ra aumentar su virulencia. Rousseau es un temperamento religioso. Siempre tuvo grandes necesidades religiosa3, di- gamos que había en él, naturalmente, disposicio- nes religiosas mucho más ricas que en la mayo- ría de sus contemporáneos, ( tY qué son las r.1á!l hermosas disposiciones religiosas sin la vida fl')• brenatural}). Gracias a eea poderosa vi rtuali- dad religiosa obró sobre el mundo; aun cuando él mismo está c!em~:,:ado ocupado de su yo. es

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