Bicentenario de Hispanoamérica: Miranda escritor

85 tiempo. Ni había en América ningún personaje ni tampoco ninguna institución sabia, que poseyera entonces un conjunto de esa significación y amplitud. El hombre que desembarcó en Coro, que combatió en Valencia, que murió en un oscuro calabozo [...], era sin duda el criollo más culto de su tiempo‖ 115 . Entre los seis mil o más libros de esta biblioteca, los autores griegos y latinos forman un tesoro realmente maravilloso. 116 El total de autores griegos - sin contar aquellos incluidos en grandes colecciones como la llamada Antología Palatina o la Bibliotheca Graeca de Fabricio, sube de 170. Si pensamos que una persona de cultura media tiene hoy unos 10 a 15 autores griegos en traducciones, apreciamos lo que significan esos 170 autores, en ediciones distribuidas así: ediciones de texto griego solo: 72; ediciones bilingües grecolatinas: 156; traducciones al inglés, francés, italiano, portugués y castellano 192; ediciones políglotas y trilingües 15; primeras ediciones griegas 4 117 . De toda su admirable biblioteca, en su testamento dispuso Miranda que se entregaran los libros griegos a la Universidad de Caracas, en agradecimiento por la formación que le había dado. Pero desafortunadamente, sólo se enviaron en 1828, desde Londres 142 volúmenes, según testimonia una lista rubricada por Andrés Bello, como Secretario de la Legación de la Gran Colombia en Londres. Esos volúmenes correspondían a 58 ediciones. En Caracas los libros se extraviaron por cerca de un siglo y fueron encontrados por Pedro Grases en 1950, reducidos a 126 volúmenes. Más tarde se hallaron 2 más. De modo que hoy, en la Biblioteca Nacional de Venezuela, en Caracas, hay 128 volúmenes, donde con emoción puede el investigador ver las huellas de la mirada de ese humanista, de ese espíritu múltiple que fue Miranda: sus anotaciones, sus subrayados, sus marcas de lectura. 115 Arturo Uslar Pietri: “ Prólogo a Los libros de Miranda”, en el volumen Los libros de Miranda , Prólogo de A. Uslar Pietri, “Advertencia bibliográfica” de P. Grases, La Casa de Bello, Caracas, 1979. 116 Recordamos al respecto la expresión de Tomás Polanco Alcántara: “Aunque el Leander haya sido vendido, la historia venezolana [y americana] fue distinta después de él y aunque la biblioteca mirandina haya sido subastada, su significado sigue teniendo existencia”: Francisco de Miranda, Ulises, Don Juan o Don Quijote, p. 288. 117 Entre ellas sobresale la edición de Heródoto por Aldo, Venecia, 1502.

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