Bicentenario de Hispanoamérica: Miranda escritor

27 aquéllos – las prisiones y los hospitales y condena los horrores que allí ve; fustiga las tortura y los tratos degradantes; describe la miseria y la injusticia y protesta contra ellas; se conduele de la ignorancia y la superstición; menosprecia la banalidad, la frivolidad, el vacío espiritual; admira la heroicidad, la nobleza de principios y la consecuencia con los ideales; exalta a los mártires de la libertad; pondera el espíritu crítico, la independencia y la amplitud de criterio, condenando la intolerancia y la falta de libertad religiosa y de conciencia; critica el atraso en la educación y la salud públicas y elogia los progresos que en esas materias encuentra en algunos lugares; describe monumentos artísticos y deplora las condiciones en que se encuentran, el trato que se les da y el latrocinio de que se les hace víctimas; pinta los paisajes más variados de los lugares a los que llega a veces venciendo muchas dificultades; baja a una mina; camina sobre un glaciar; colecciona memorias sobre países, ciudades, poblaciones; reúne informes, cuadros estadísticos; opiniones variadas; historias, dibujos, folletos, partituras, libros, en los que quedan testimonios de la vida de un pueblo; observa a las personas y a las sociedades, anotando incansablemente sus impresiones. Y por entre las líneas de ese colosal fresco, hay ciertas constantes: el sentido de la dignidad, tan profundo en Miranda; su sentido de la belleza natural y artística; el amor a su tierra; su pasión por la libertad del Continente Colombiano y por la futura grandeza de sus países unidos; la devoción por la razón, por la instrucción, por la cultura, por la belleza, por la justicia; su amplia visión humanista, tan relacionada con su admiración por la cultura clásica griega y latina. Francisco Belda destaca el sentimiento de la dignidad humana y la sensibilidad de Miranda, que lo hacen ser no un mero viajero que registra la variada realidad que va conociendo en su camino, sino un apasionado observador, que vive situaciones y se compromete con los problemas que encuentra, sufriendo ante el dolor e indignándose ante la injusticia. ―Francisco de Miranda era un viajero infatigable que unía a su insaciable búsqueda de nuevos conocimientos una sólida cultura, condiciones que hacen de él un interesantísimo observador de las costumbres de los diferentes países que visita. ―Su visión del mundo es netamente enciclopedista y, por lo tanto, presidida por un verdadero culto a la razón, unido en él íntimamente con

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