La tierra de fuego: gente y naturaleza marcadas por el calor profundo

la tierra de fuego 28 VOLCÁN OSORNO Texto: Gabriel Orozco / Fotografía: Felipe Cantillana El volcán Osorno pertenece al segmento sur de la cadena de vol- canes activos de la Cordillera de Los Andes. Localmente, junto a los volcanes La Picada, Puntiagudo y cordón Los Cenizos, inte- gra un cordón volcánico de orientación noreste. En sus faldeos, los lagos Llanquihue, Rupanco y Todos Los Santos complemen- tan un emblemático paisaje que es testimonio de la extensa y compleja historia de interacción entre glaciares y volcanismo en esta latitud, procesos que en el largo plazo, actúan como fuerzas antagónicas en la naturaleza. Los glaciares, con su inmenso poder erosivo y su efectiva ca- pacidad de transporte, labran amplios y profundos valles, pu- diendo desmantelar montañas completas y allanar extensas superficies. En contraposición, el volcanismo, mediante conse- cutivas erupciones y la adición gradual de sus depósitos, es un proceso que provoca la formación de nuevas montañas. En este dinámico contexto natural, el volcán Osorno ha sufrido inten- sas transformaciones durante su historia, en momentos donde alguna de estas fuerzas ha conseguido imponerse, generando episodios de crecimiento o destrucción, o bien cuando éstas se han mantenido temporalmente en equilibrio. Los vestigios de su primera etapa, iniciada hace unos 200 mil años, evidencian una época donde erupciones y glaciares coexis- tieron durante la construcción de un volcán inmerso en los cam- pos de hielo de la penúltima glaciación, en cuya etapa cúlmine el volcán sufre una dramática erosión. Tras el sustancial retiro del hielo durante el período interglacial, se inicia un proceso de reconstrucción sobre su desmantelada estructura. El último pe- riodo glacial no interrumpió completamente el desarrollo del volcán, aunque provocó una intensa erosión por el avance de los glaciares en valles y quebradas principales. Tras el último retiro glacial, iniciado hace 14 mil años en la región, los ríos y lagos adquieren su configuración actual, ocupando las grandes depresiones antes rellenas por el hielo. En el período postglacial, la ocurrencia de erupciones predominantes en el cráter central, de moderada a baja explosividad, le proporcionaron al volcán un notable y juvenil aspecto cónico, escasamente erosionado. El volcán Osorno posee además numerosos cráteres secunda- rios ubicados en sus flancos, entre los que destacan aquellos originados por la erupción histórica del año 1835, en su flanco suroeste. Durante este evento, extensas coladas de lava alcan- zaron las orillas del lago Llanquihue, además de generarse la fusión repentina de hielos y la ocurrencia de inmensos aludes que afectaron los poblados de Ensenada y Las Cascadas. Hacia finales del siglo XIX aún se podía apreciar el interior de su cráter principal, con una débil emisión de gases bajo el hielo de la cumbre. Actualmente se encuentra totalmente cubierto por gruesos glaciares en su cima y flanco sur. Fruto de la lucha de la naturaleza

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