Ser-humano (cartografía antropológica)

— 78 — bló, quiere decir que si hoy es condenado a muerte, ello tiene su justificación 42 . La idea de la muerte feliz se desarrolla luego más ampliamente en el Fedón , y tiene que ver con la convicción de la inmortalidad del alma y el pensamiento de raigambre órfica de que con la muerte el alma se libera del cuerpo, que es su cárcel. Con Sócrates el proceso de individuación que representa su daimon es de tal radicalidad que supone la conquista de una instancia o principio interno del que se supone que ante todo “habla”, y que en ese hablar dice siempre lo recto y lo verdadero, vale decir, tiene un carácter infalible. Como bien hace notar Stoker, con el daimon estamos ante una primera expresión de lo que es la conciencia ética y no obstante tener los filósofos de la Grecia clásica a su disposición el tér - mino que significa y de dónde proviene en latín conscientia , a saber synéidesis no lo usan. Ello explica que la primera concepción de la conciencia se exprese a través del daimon , el cual, por ser además un ser semi- divino, nos hace advertir lo enigmático que es el fenómeno que aquí está en juego, a saber “algo” que habla en nosotros, que es lo más íntimo nuestro y que a la vez dice siempre lo recto y verdadero 43 . Advirtamos a la vez que Platón nos presenta en El Banquete también a Eros como un daimon . Si ponemos sobre el tapete de discusión que a ambos fenómenos –un principio orientador en nosotros (la conciencia) y el amor– se los nombra, vivencia y presenta como daimones, ello nos induce a ver no sólo lo enigmáticos que son estos fenómenos para el ser humano, sino que en ambos casos hay una remisión a “algo Otro” que se manifiesta y se apodera de nosotros. De un lado cuando nos enamoramos, ello sucede al modo de un sentimiento que toma posesión de nosotros, y del otro lado, es particularmente sugestivo que el fenómeno que dará origen a la ética, en que se expresa el e thos originario, y que a la vez equivale a un principio del sujeto, a través del cual parejamente comienza a plantearse un sentido de independencia y autarquía, corresponde también a “algo Otro” que se apodera de nosotros, sucediéndole esto justamente a Sócrates. Con todo, y por ser un principio del sujeto el que se establece desde ahora en adelante, al cual se remite todo lo que sucede para someterlo a un juicio interno, se entiende que Walter Schulz reconozca en Sócrates al “padre de la ética occi - dental” en Problemas fundamentales de la ética 44 . Ahora bien, si el daimon representa la carta de nacimiento de la conciencia, es interesante considerar que a diferencia de las lenguas anglo-sajonas, las lenguas romances se refieren tanto a la así llamada “conciencia psicológica”, que alude 42 Platón, Apología , Madrid: Gredos, 1992, 37 c7, 40 a1. 43 C. Holzapfel, “¿Quién habla en la conciencia?”, Revista de Filosofía , vol. LIX (2003), Universidad de Chile, pp. 83-112. 44 W. Schulz, Grundprobleme der Ethik (Problemas fundamentales de la ética) , Stuttgart: Neske, 1998, p. 78. En adelante: GdE.

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