Ser-humano (cartografía antropológica)

— 63 — 2. El animal racional y el tránsito del mito al logos Entre dos hombres iguales en fuerza, el más fuerte es el que tiene la razón Pitágoras 1 Y a hemos dicho que el tránsito del mito al logos permite el nacimiento del animal racional y constituye la más grande transformación que haya tenido la humanidad hasta ahora. Agreguemos de momento que esta transformación es la más grande desde una doble perspectiva: hacia atrás y hacia delante; hacia atrás, por cuanto se supera el estadio mitológico de la humanidad, represen - tado por el homo sacer , nuestro antepasado más antiguo; hacia delante, por cuanto el animal racional claramente sigue marcando el rumbo de la historia de la humanidad, y ello sobre todo porque se ha amalgamado con otras concepcio - nes antropológicas afines, como son las del ser humano como centro y del ser humano activo. Hemos dicho también que esta amalgama provoca tal efecto si - nergético que es capaz de determinar con creces nuestra situación actual. Agre - guemos aquí que esta doble amalgama suscita a su vez nuestra crisis actual, ya que respecto de cada una de las concepciones antropológicas en cuestión, nos encontramos hoy ante el extravío, el desvarío de ellas, o al menos bajo la señal de la desorientación. Por de pronto, en cuanto al segundo componente de la mencionada amalgama –el ser humano como centro– éste acaba por experimentar al cabo de un par de siglos una soledad metafísica cada vez mayor. A la larga esto lo lleva a preguntar - se a fondo por el sentido, dado que no lo encuentra más “afuera” –en el cosmos o en Dios. Pero esta pregunta tiene lugar propiamente en el siglo XX. Es recién entonces cuando comienzan a prevalecer decididamente teorías del sentido que a su vez se abren a la posibilidad del sin-sentido. Y es justamente esto –que la pregunta por el sentido exige abrirse de veras a la posibilidad del sin-sentido– lo que legitima a la pregunta por el sentido propia - mente tal. Mas corresponde agregar además que la mencionada pregunta no se plantea como una cuestión puramente teórica, como si en abstracto preguntá - ramos por el sentido y la consiguiente posibilidad del sin-sentido, sino que esa pregunta, antes que eso, es una inquietud, y como tal, una vivencia. Ello explica que la temática del sentido y del sin-sentido atraviese a la vez el arte de punta a cabo en el siglo XX, desde el expresionismo, el dadaísmo, el surrealismo, el arte objetual, el happening, el collage, la música a-tonal, el teatro del absurdo, hasta el arte de las instalaciones. Ejemplos de ello encontramos en grandes logros

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=