Ser-humano (cartografía antropológica)

— 30 — Diacronía - Sincronía C laramente advertimos que las concepciones antropológicas las presentamos en un orden cronológico-histórico, pero habría que decir también, genealó - gico. Ellas representan sin más el árbol genealógico de la humanidad, y por eso podríamos decir que, vistas estas concepciones hacia atrás: nosotros como hijos –en tanto que somos el ser humano frágil– tenemos como padres al ser humano como proyección, como abuelos al ser humano singular, como bisabuelos al ser humano volitivo y tatarabuelos al ser humano activo, y así sucesivamente hasta llegar al homo sacer que vendría a ser varias veces tátara -abuelo. Por lo tanto, está claro a la vez que estas concepciones son diacrónicas en la medida que van con la flecha del tiempo del pasado hacia el futuro, transformándose y dando lugar a nuevas concepciones –y no olvidemos que lo que se transforma es esa incógnita que somos nosotros mismos y que, a lo más, podríamos caracterizar como que somos “buscadores de sentido”. Mas, observando esto con mayor precisión, cabe decir que las concepciones an - tropológicas tienen su propio tiempo y ritmo, que se aparta completamente de la cronología tradicional de las generaciones. Ya hemos destacado que el homo sacer es con creces la concepción de más larga data, que las tres siguientes con - cepciones abarcan un período de alrededor de 2.000 años, pero que desde el ser humano como centro en adelante se multiplican las concepciones antropológi - cas de manera cada vez más marcada. Por otra parte, lo interesante es que, no solamente serían diacrónicas estas con - cepciones, sino que a la par, sincrónicas, vale decir, en la medida en que cada una de ellas nace, queda con ello instalada en la historia y sigue conviviendo con todas las concepciones que se han desarrollado y gestado hasta cada épo - ca y con la que en esos momentos es la actual. Esto significa que a la altura de nuestro tiempo, en que se hace presente el ser humano frágil, convivimos con todas las concepciones anteriores. Así, cómo no, el animal racional convive con nosotros y sigue teniendo un poder avasallador, pero también el homo viator , el humano como centro, como hombre activo, como proyección, y todas las otras concepciones, incluyendo entre ellas por cierto además al homo sacer ; también en nuestro tiempo convivimos con resabios del ser humano arcaico u homo sa - cer ; se trata de pueblos aborígenes, de los cuales sólo una minoría muy reduci - da, se conserva en estado virginal.

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