Ser-humano (cartografía antropológica)

— 19 — 6. El sujeto universal nace con el idealismo alemán. Se trata aquí del recono - cimiento de que no somos sino partes de un todo. La afirmación de un yo ab - soluto por parte de Fichte es asaz decidora. Hegel y Schelling continuarán por esta senda abierta por Fichte, sólo que radicalizando aún más el mencionado sujeto universal. El propio pensar, pero también el imaginar, el soñar, el sentir, el recordar se los debo a la naturaleza de la que formo parte. Ésta es la razón por la que hablamos aquí no de un “ser humano universal”, sino de un “sujeto universal”; lo que el hombre en particular sea, se explica exclusivamente a partir de una intrínseca dependencia ontológica del sujeto universal. Es cierto que algo similar se podría decir del homo viator (él es en Dios) pero es distinto, dado que en esa concepción lo que se acentúa es el hombre visto desde el camino que él sigue –él es viator . Al mismo tiempo esa dependencia de un todo podría decirse también del animal racional como antes además del homo sacer , pero en ambos casos se trata de una concepción del hombre desde lo Otro , y no desde un sujeto elevado a sujeto universal. “Si yo pienso, ello piensa por mí”. Esta sentencia formulada por Fichte en El des- tino del hombre (y que examinaremos más adelante) constituye claramente un anticipo de lo que será posteriormente el “principio antrópico” formulado por la ciencia. Cabe agregar que el sujeto universal supone un cuestionamiento del sujeto particular cartesiano-kantiano que se afirma en la separación del objeto, y con ello de los fenómenos y del mundo. 7. El ser humano activo se constituye nuevamente con Fichte, y Marx lo reafir - mará más tarde. En el pensamiento de Fichte el hombre activo en cuestión se plantea a partir de la inversión de la relación entre razón teórica y razón práctica. Viene a ser recién esta última la que le da sentido a la primera. Estamos en este mundo para actuar y todos los contenidos y representaciones de la razón teórica se justifican en función de ello. Con Marx el hombre es entendido como trabajador; a diferencia de Fichte, es - tamos aquí ante una concepción antropológica que ha tenido una notable re - percusión en la historia de la humanidad. En ello es comparable al homo viator . Mas, independientemente de este logro específico del marxismo, el hombre ac - tivo y trabajador suscita en definitiva hasta nuestros días un giro hacia la afirma - ción de la vida activa sobre la vida contemplativa. 8. El ser humano volitivo, que debe su carta de nacimiento a Schopenhauer y posteriormente a Nietzsche, significa una contundente afirmación de la volun - tad y pone en entredicho el tradicional privilegio de que ha gozado la razón y el correspondiente animal racional. 9. El ser humano singular, que nace con Kierkegaard, trae consigo un repliegue hacia lo individual, único e irrepetible de cada cual. Aquí no interesa más la con -

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