Ser-humano (cartografía antropológica)

— 167 — o “ánimo”–: el tymos no es una “parte” dentro de una estructura estratificada, sino una potencia ambigua expuesta a la doble atracción de la razón y del deseo: tan pronto se alía ( symakon ) con el deseo, transformándose en irritación y furia, como se pone a las órdenes de la razón, convirtiéndose en indignación y aguan - te” (Fyc, p. 32). Y continúa: “El tymos –ánimo, cólera, valor, corazón– representa la función inestable y frágil por excelencia. Esta situación ambivalente del tymos del ‘coraje’, presagia den - tro de una ‘estática’ del alma todos los mitos del intermediario. Dentro de una concepción estática, el intermediario es un ‘medio’, situado entre otras dos fun - ciones o partes; pero dentro de una concepción dinámica, va a convertirse en una ‘mezcla’. Pero entonces la alegoría que todavía se adaptaba a una concep - ción estática, nos remite al mito, que es el único que puede contarnos la génesis del intermediario” (Fyc, p. 32). 2 El ser humano frágil, el hombre como mediación, como intermediario de sí mis - mo, como el propio supervisor que pone en entredicho las tendencias a creer que se es más o que se es menos de lo que se es. Esta nueva idea del ser hu - mano de Ricoeur se vincula patentemente a su vez con su pareja concepción del sujeto narrativo. Entra en juego aquí en particular la distinción entre idem e ipse , a saber, entre cierta mismidad que se mantiene en el tiempo y la ipseidad , que da cabida a cierta alteridad que va enriqueciendo nuestra identidad, que precisamente en función de ello, tiene un carácter narrativo. Todo ello apunta a la vez a nuestro yo , a lo que somos. En Sí mismo como otro remite a la obra en que ha comenzado a cobrar fuerza aquella concepción: Temps et récit, Tiempo y narración . En una nota al pie del “Quinto Estudio” leemos: “La noción de identidad narrativa introducida en Temps et récit III , respondía a otra problemática: al final de un largo viaje por el relato histórico y por el de ficción, me he preguntado si existía una estructura de la experiencia capaz de integrar las dos grandes clases de relatos. Formulé entonces la hipótesis de que la identidad narrativa, sea de una persona, sea de una comunidad, sería el lugar buscado de este quiasmo entre historia y ficción” 106 . En una línea que ha iniciado Nietzsche de la consideración del yo como ficción, continúa el pensador galo: “Según la precomprensión intuitiva que tenemos de este estado de cosas, ¿no consideramos las vidas humanas más legibles cuando son interpretadas en fun - 106 P. Ricoeur, Sí mismo como otro , trad. de Agustín Neira Calvo, México, D.F.: Siglo XXI, p. 107. En adelante: Sco.

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