Ser-humano (cartografía antropológica)

— 15 — Incluso, podríamos agregar, hay en ello a la vez algo de carácter ficcional. Re - querimos siempre de algún imaginario acerca de nosotros mismos, y ello por de pronto relativo a quiénes y qué somos. Cada concepción antropológica viene a ser una tentativa, tal vez inevitablemente condenada al fracaso, de responder aquello. Precisamente al hecho de que a una le siga otra que, por su parte, se valida históricamente, confirma el fracaso al que aludimos. De este modo, con las concepciones antropológicas sucede algo similar a lo que atañe al yo (cuyo rasgo ficcional Nietzsche destacó en su Zaratustra ). Por de pronto, en ello es decidor el sólo hecho de que haya sueño y vigilia. Nuestro yo, y en términos de nuestra intrínseca auto-comprensión es significativamente un yo-vigilia. Cuando nos dormimos cada noche, patentemente dejamos de ser yo . En este sentido, debería admirarnos que al despertar cada día seamos los mis - mos de ayer (quizás el aburrimiento en su dimensión más profunda tiene que ver con esto). Pero, así como con el despertar somos los mismos de ayer, va sucediendo tam - bién y de modo gradual e imperceptible, por lo general, que vamos dejando de ser quienes éramos. Comenzamos así paulatinamente a ser cada vez más otros hasta que realmente lo somos del todo, y entonces experimentamos una trans - formación, una metamorfosis . Pues bien, al modo del característico encuentro entre lo filogenético y lo ontogenético, con la humanidad sucede algo similar en la historia. Un buen día ella se despierta y es otra: ha surgido entonces una nueva concepción antropológica.

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