Ser-humano (cartografía antropológica)

— 12 — des. Tomemos como ejemplo nuestra Vía Láctea, estas gotas de leche que –de acuerdo al mito– derramara Hércules al ser amamantado por Hera; sabemos que recién desde el siglo XVIII, primero con Thomas Wright y luego con el músico y astrónomo anglo-germano William Herschel, ella es reconocida como nuestra gran casa a la que pertenecemos, y que considerando que es una galaxia, Kant es el primero en plantear que habría miles de ellas (hoy sabemos que serían cientos de miles de millones) 2 ; pues bien, en la medida en que han pasado en la Tierra 225 millones de años, la Vía Láctea sólo ha dado una vuelta en torno a su eje; a su vez cuando nuestra galaxia ha dado muchas vueltas, Andrómeda de la cual depende, ha dado una sola; y cuando ésta nuevamente ha dado muchas vueltas, Coma-Berenices, de la cual depende, ha dado una sola. Es decir, ello nos muestra (con base en la relatividad del tiempo de Einstein) que gradualmente todo lo que se mueve va quedando sometido a lo que permanece, a lo que se perpetúa en el tiempo, y diríamos que en el extremo asintótico de ello nos en - contramos justamente con el ser. Por otra parte, si tenemos en cuenta lo inconmensurable hacia lo grande, con el avance científico reconocemos cada vez más la inmensidad y el abismo hacia lo pequeño. La Física Atómica siempre está suponiendo un límite, dado por una supuesta primera partícula. Hace no mucho tiempo eran los quarks , hoy en día son las cuerdas. ¿Qué unidad más pequeña se descubrirá a futuro? Y el proble - ma está en que si suponemos que estamos ante una partícula absolutamente primera, ¿de qué está hecha? ¿De nada? Como vemos, inevitablemente, nue - vamente aquí, tenemos que enfrentar el problema del no-ser. También hacia lo pequeño, hacia lo menor, no cabe sino pensar que hay siempre ser, que el ser excluye toda posibilidad de límites. Claro está, yo mismo y cada uno de nosotros alguna vez no fuimos, ahora somos, y luego habremos de dejar de ser, mas no el ser ( menos el ser). El ser estará, será siempre, nada ni nadie lo podrá apagar, extinguir o destruir. ¡Que esto pudiera ser una suerte de consuelo y resignación de cara a la fragilidad y caducidad de todo! No, en absoluto, mas no deja de provocar en nosotros admiración, siendo ésta a la vez una admiración que repercute sobre el pensamiento mismo que lo descubre. Y en nosotros mismos ¿qué es lo más permanente, y junto con ello, lo más esen - cial? Justamente nuestro ser. Mas, apenas nos representamos qué somos, por de pronto, nos descubrimos genéricamente como hombre o mujer. Estamos tan apegados a ello que prácticamente perdemos la relación con nuestro ser, que es anterior a esa escisión. Eugen Fink dice lo siguiente a propósito de esto en sus Fenómenos fundamentales de la existencia humana : “La ruptura de la existen - cia humana en las figuras vitales fragmentarias de hombre y mujer es más que un hallazgo biológico casual, más que una condición externa-contingente de la 2 Chronik der Deutschen (Crónica de los alemanes) , Dortmund: Chronik, 1983.

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