Ser-humano (cartografía antropológica)

— 112 — principio del cual arrancamos –en lo que hay coincidencia con Descartes. Mas, ahora yendo más allá de Cartesius, todo lo otro –naturaleza e historia– tiene tan sólo el carácter de ser oposición a ese “yo”: es no-yo; pero no-yo únicamente por cuanto constituye la tarea pendiente, en términos de transformación y asi - milación para el yo. 2 Desde Aristóteles en adelante se desarrolla en la filosofía un pensamiento sobre la potencia ( dynamis ) y la posibilidad y ello fundamentalmente en una perspec - tiva ontológica. En la semilla está potencialmente contenido el árbol. Para Aris - tóteles ello tiene que ver incluso con un modo del no-ser: el no-ser todavía árbol constituye a la semilla en su ser (AM, 1069 b). Una estación decisiva en ese desarrollo corresponde al pensamiento de Leibniz. Independientemente de los modos particulares de comprensión de uno u otro sobre la posibilidad, lo que se considera en ello es aquella cualidad notable que hay en la naturaleza de que en cada fenómeno natural está contenido su desplie - gue. Cada fenómeno tiene en cierto modo el carácter del semen, de la semilla, del huevo. Pero también el sistema solar en su formación supone algo así y no menos el huracán en su etapa inicial, cuando aún pasa inadvertido. En ello se muestra claramente la determinación que ejerce una legalidad (y para Leibniz esa legalidad está regida por el principio de razón suficiente). Por lo tanto, antes que en la semilla, y otros, en leyes o fórmulas está contenido el despliegue o desenvolvimiento de cada cosa desde que llega a ser hasta que deja de ser. Y como ello se refiere a todo lo que hay en la naturaleza, podemos decir que el universo entero está contenido en todo momento en su movimiento y evolución en el principio de razón suficiente que se expresa en innumerables leyes y fór - mulas para cada cosa. De esas leyes el humano entendimiento va conociendo paulatinamente algunas, aunque se trate en ello, sin duda alguna, de una ínfima porción. Con Hegel el sujeto universal es la razón o espíritu universal. Si hay en esto, sin lu - gar a dudas, un replanteamiento del antiguo logos griego, corresponde precisar que aquel logos estaba pensado por el lado del objeto –el cosmos eterno– sobre el cual él precisamente rige; y ello alcanza incluso hasta la cosa en-sí kantiana. En cambio, la razón universal hegeliana es para-sí, vale decir, está pensada por el lado del sujeto que está en una relación dialéctica consigo mismo. Esto quiere decir que es la negación respecto de cada uno de sus estados y avances, lo que permite su despliegue. Para Hegel la negación es constitutiva de cada fenómeno. Por su parte, de acuerdo con Schelling, y sin que haya en esto una diferencia que pudiera considerarse como fundamental, atendiendo especialmente a su Filosofía de la revelación , lo originario es el subiectum , la autoposición primera, precisamente porque se pone a sí mismo como fundamento absoluto de cuanto

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