Derechos humanos y mujeres: teoría y práctica

el cauce natural de las cosas. Para ilustrar sus conceptos sobre la educación que debe darse a los hombres, Rousseau recurre a la figura hipotética de Emilio 10 , relatando cómo debe formársele desde sus primeros años. La educación de los niños debe estar orientada a permitirles la mayor actividad posible para que experimenten el mundo a través de sus sentidos y funciones. A los niños debe concedérseles “más verdadera libertad y menos imperio, permitirles que actúen más por su cuenta y exijan menos de los demás. Acostumbrados desde muy pequeños a regular sus deseos con sus fuerzas, poco sentirán la privación de lo que no está en su mano conseguir” 11 . Lo que se busca, entonces, es que la educación de los niños los convierta en personas libres y autónomas, capaces de valerse por sí mismas en la sociedad. La situación de la mujer, por su parte, aparece tratada en el Libro V del Emilio , a través de la figura de Sofía (cuya primera definición es ser la compañera de Emilio). La educación de Sofía debe encaminarse también al fin de la naturaleza, pero la naturaleza de la mujer es distinta a la del hombre, y por lo tanto también lo será su educación. Rousseau plantea que existen numerosas (y complejas) relaciones y diferencias entre hombres y mujeres, y que ellas deben ejercer influencia en lo moral. La primera diferencia entre las relaciones morales del hombre y la mujer radica en que “[e]l uno debe ser activo y fuerte, y el otro pasivo y débil. Es indispensable que el uno quiera y pueda, y es suficiente con que el otro oponga poca resistencia. Establecido este principio, se deduce que el destino especial de la mujer consiste en agradar al hombre. Si recíprocamente el hombre debe agradarle a ella, es una necesidad menos directa; el mérito del varón consiste en poder, y solo por ser fuerte agrada” 12 . Esta es, para Rousseau, la ley de la naturaleza. Como corolario de lo anterior, la educación de la mujer debe orientarse con relación a los hombres: “Agradarles, serles útiles, hacerse amar y honrar de ellos, educarlos cuando niños, cuidarlos cuando mayores, aconsejarlos, consolarlos y hacerles grata y suave la vida son las obligaciones de las mujeres en todos los tiempos, y esto es lo que desde su niñez se las debe enseñar” 13 . Contrariamente al modelo de libertad y autonomía en que se basa la educación de los niños, a las niñas debe imponérseles siempre autoridad: “[D]esde muy pequeñas deben estar sujetas. Esta desdicha, si lo es para ellas, es imprescindible en su sexo, y jamás se libran de ella, si no es para padecer otras más crueles. Toda la vida han de ser esclavas de la más continua y severa sujeción, que es la del bien parecer. Es preciso acostumbrarlas a la sujeción cuanto antes, con el fin de que nunca les sea violenta; a resistir todos sus caprichos, para sujetarlos a las voluntades ajenas. […] [S]iendo la dependencia el estado natural de las mujeres, se inclinan a la obediencia. Por la misma causa que deben tener poca libertad, se extralimitan en el uso de la que les dejan […]. Acostumbradlas a que se vean interrumpidas en sus juegos y a que las llamen para otras cosas sin que murmuren. Sólo con el hábito basta para esto, puesto que no hace otra cosa que servir de auxilio a la naturaleza. De esta presión habitual se obtiene una cualidad muy necesaria a las mujeres durante toda su vida, supuesto que nunca cesan de estar sujetas, o a un hombre o a los juicios de los hombres, y 10 Nótese que Emilio es un niño “de ilustre cuna”. En la concepción rousseauniana los hombres pobres no necesitan educación, puesto que su estado (de pobreza) ya les impone una, y no podrían recibir otra. Además, considera que en la mayoría de los casos ellos logran hacerse hombres por sí solos. 11 ROUSSEAU (2011, Libro I). 12 Ibíd., Libro V. 13 Ibíd. 35 Derechos Humanos y Mujeres: Teoría y Práctica Feminismos, Género y Derecho

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