Política mundial hacia el siglo XXI - page 106

106
LUIS SCHERZ
de esta actividad libre, que vendría en reemplazo del trabajo reglamentado posee
una cierta familiaridad con el concepto clásico, aristotélico del ocio.
Mas, no nos equivoquemos. El ocio, como lo manifiesta el pensador Josef
Pieper, no es sinónimo de pereza e inacción
22
.
Es la actividad más humana que
puede concebirse. Su sentido estriba en conducir a la persona hacia estadios de
mayor perfección, en liberarla de su status de proletario integral o de funcionario.
El negocio, la negación del ocio, por lo contrario, es el trabajo inscrito en el Reino
de la Necesidad, es un obrar heterónomo, cuyas reglas otros establecen, forzado
en alguna proporción, reglamentado, un empleo que aliena parcialmente al
individuo.
La solución que podría advenir no sería de blanco y negro, sino una mixtura
en la cual el trabajo estaría infiltrado de humanidad; vale decir, el negocio estaría
inmerso en la atmósfera del ocio. En la Sociedad del Trabajo, del quehacer
reglamentado llevado a cabo al interior de la empresa, todo rota alrededor del
trabajo como pieza clave: el tiempo libre, la formáción, la jubilación. El tiempo
libre para reponer las fuerzas, la formación para adquirir destrezas, el retiro como
recompensa de ciclo laboral cumplido: todo en función del trabajo. Con todo,
estos elementos, como formas definidas del trajín humano, son potencialmente
convertibles en piezas aptas de otro tipo superior de existencia.
Claro. Surgen dudas. ¿Cómo? ¿De qué se echará manos para disciplinar la
vida? ¿Como podrá asegurar la familia su subsistencia, y el Estado sus ingresos?
Y, al no quedar cristalizados los papeles o funciones de las personas, ¿cómo se las
podrá identificar socialmente? Lo ignoramos. Conjeturamos sí que el reloj
control perderá vigencia, que la cogestión y mutua concertación de esfuerzos, la
autoayuda, el trueque, el hogar como punto de reunión y la solidaridad vecinal,
serán elementos de importancia. Por último, no dudamos que la Democracia, ese
movimiento social que al decir de Alexis de Tocqueville viene de tan lejos en el
tiemp0
23,
se elevará airosa y dialogante por encima de los escombros de un
pasado maniqueo (o de condena prejuzgada del adversario).
Algunos de los rasgos recién mencionados nos recuerdan matices típicos de
la Cultura de la· Pobreza -una variedad de Cultura Popular- de la cual nos
hablara Oscar Lewis
24
;
cultura de las áreas marginadas de nuestra América
Latina, con sus pobladores adscritos al sector informal de la economía. ¿Serán
estos "reprobados", con su inmensa cuota de generosidad, los adalides de inéditas
formas de convivencia? ¿Qué sucedería si esas fuerzas de los pobres y las
desalentadas huestes urbanas se unieran en un solo proyecto integrado y solida–
rio? ¡Esa sería otra sociedad en cierne! Cabe otra vez preguntarse: ¿No le cabría
en esta misión integradora un papel protagónico a la comunidad latinoamericana?
1...,96,97,98,99,100,101,102,103,104,105 107,108,109,110,111,112,113,114,115,116,...213
Powered by FlippingBook