Gorbachov: demoledor y constructor

5.- El problema de las nacionalidades El problema de las nacionalidades se remonta a la constitución misma de la Unión Soviética, y más allá, al imperio zarista, el cual fue calificado como la II prisión de los pueblos". Más de cien naciones y nacionalidades que hablan más de cien lenras diferentes y que todo separa: la historia, las razas, las tradiciones, las creencias. Al comienzo de los años treinta, Stalin, desembarazado ya de todos sus adversarios, puede por fin imponer completamente sus ideas sobre el problema nacional. Su objetivo es la erradicación de todas las particularidades nacionales, de sus modos de vida propios. Su instrumento es la violencia. Por medio de purgas, destruirá todas las élites nacionales de los años veinte que para él han cometido un crimen imperdonable, que es el de volver a las fuentes de la fidelidad nacional. Stalin, logrará reemplazarlas por nuevas élites que encarnarán una nueva concepción de las relaciones entre las naciones de la Unión Soviética, una concepción abiertamente inigualitaria, retomada del Imperio de los Zares. 5 Después de haber aplastado por medio de la violencia, todas las manifestaciones de independencia e incluso el deseo de autonomía de los pueblos no rusos, Stalin logró "crear" una fachada de unidad nacional y de armonía étnica que se mantuvo en el tiempo después de su muerte. Todos los dirigentes soviéticos van a considerar que el problema nacional es un problema de la misma naturaleza que los otros, una herencia del pasado, que soluciones apropiadas permitirán liquidar para siempre. Para ellos, la única manera de resolver el problema nacional es suprimir las diferencias nacionales para que emerja en toda su fuerza el pueblo soviético. 6 El marxismo-leninismo constituyó un principio legitimador del Es– tado multinacional soviético y sirvió para poner coto al nacionalismo no ruso y a muchas formas de autofirmación de Rusia. Cuando la Perestroika, la Glasnost y la democracia, empezaron a minar las bases ideológicas de la Unión Soviética, el problema nacional, políticamen– te adormecido desde la década del treinta, volvió a la superficie. La erosión del marxismo-leninismo -esta fe secular- erosionaba al mismo tiempo la argamasa que unía al pueblo soviético. 4 Hélene Carrere d'Encausse, L 'Empire eclatée. La revolte des llations en URSS, (París: Flarnrnarion, 1978), p. 9. 5 lbid, pp. 26-27. 6lbid, p. 44. -·14 -

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