CoNEXIONES
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INTERCAMBIOS AMERICANOS CON EL OIUENTl!. •••
damente otra vez en
1789.
Para el período
1706-1780
hemos tenido
la fortuna de poder llenar el vacío con los datos de .la documenta–
ción elaborada por Chaunu, que se detiene en
1780.
Siguiendo con
la documentación publicada por TePaske hemos podido llegar has–
ta el término en el año
1816.
Creemos, que es una buena serie, por _
su gran perspectiva cronológica, que permite apreciar en la larga
duración un esfuerzo imperial de tanta envergadura
y
persistencia.
Se trata, probablemente, del real situado de más larga vida en
todo el devenir del Imperio español, lo que demuestra la impor–
tancia política que le atribuía la corona a su enclave en el Oriente.
El gasto inicial que encabeza la serie está rubricado Armada de
China, y representa
65.048.
Podría tratarse de algún remanente por
pagar de la expedición de Legazpi-Urdaneta, aunque está fechado
más de diez años después,
1576.
En la década de los
1580
encon–
tramos dos o tres veces unas anotaciones curiosas, pero en el cargo
y no en la data de las cuentas: "Cosas remitidas al rey de China".,
que suman poco más de
15.000
pesos. ¿Se trataría de halagos, bus–
cando una apertura diplomático-comercial? Sin consultar archivos
españoles o mejicanos, resulta dificil opinar.
Se puede observar en nuestra serie que desde los comienzos del
siglo
XVII
el gasto fiscal en Filipinas financiado desde México oscila
entre
200.000
y
500.000
pesos anuales, a lo largo de toda la centu–
ria, exceptuado el último quinquenio, que arroja una fuerte reduc–
ción. Si comparamos con las cifras de Chaunu, que hemos trans–
formado en valores quinquenales en la tercera columna, para la
más rápida comprensión, vemos que la documentación que él ha
trabajado, los. legajos de las Cajas de Manila
y
Acapulco, difiere
bastante de la publicada por TePaske, de la Caja Central de Mé–
xico, aunque todos ellos pertenecen al rubro Contaduría del Ar–
chivo General de Indias, en Sevilla. Los valores consignados por
Chaunu son, en general, inferiores, salvo el quinquenio
1631-1635,
en que nuestro quinquenio está incompleto en sus datos, pues te–
nemos sólo los años
16tH
y
1632.
Nuestro vado del siglo
XVIII,
que hemos rellenado con .la infor–
mación disponible en Chaunu, aparece bastante deprimido con res–
pecto al período anterior. ¿Problema de las fuentes, problema de
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