América Latina y Asia-Pacífico

248 EDWAllD NG de no ser muy distinto, sin embargo, el proceso puede acarrear costos diferentes. La otra cuestión se refiere a si una economía emergente debe depender del capital extranjero incluso para fines productivos, como el financiamiento de proyectos de in– fraestructura. Es probable que estas dos cuestiones se vuelvan más signi– ficativas en el futuro, a medida que los fondos de inversión crezcan y que ros mercados se integren más. Muchos países ya no pueden defender su propia moneda y los países pequeños ni siquiera pueden hacerlo en forma colectiva. Los países que tienen instituciones financieras débiles pueden ver cómo el caos existente dentro de sus mercados contamina el ámbito político. En los países que dependen del capital extranjero puede suce– der que, súbitamente, se dé un tirón a la alfombra sobre la cual se apoyan sus programas económicos, previamente respalda– dos, simplemente debido a un cambio de sentimientos. Se ha dicho que no es probable que lo sucedido en México ocurra en Asia. Al tener políticas económicas sólidas y altas tasas de ahorro, los países asiáticos no deberían tener que ex– perimentar una crisis similar. Indudablemente, algunos de los países asiáticos se han extralimitado en cuanto a sus posibilida– des; no obstante, mientras el mercado esté constantemente in– formado, los ajustes, de ser necesarios, serán graduales. Lo su– cedido hace unas cuantas semanas ha significado arrojar estos argumentos por la ventana. Es de esperar que estos aconteci– mientos no produzcan una vuelta al proteccionismo; sin embar– go, hasta que se encuentre la forma de disminuir el costo de la apertura, puede que algunas economías emergentes sigan cues– tionando los beneficios de la liberalización.

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