Las personas concretas suelen emitir sus juicios mo–
rales en un plexo de influencias. Tres de ellas pueden
describirse así: a)
juicios
(propios o ajenos) sobre casos
particulares (que pueden tener el carácter de ejemplares
o inolvidables); b)
valores
y
principios,
universales de sen–
tido por los cuales las personas, conscientemente, tratan
de orientar sus acciones; y c)
creencias
y
teorías,
no siem–
pre conscientes, derivadas de la tradición y la cultura. La
"vía final común" (por emplear un término caro a los
fisiólogos del sistema nervioso) es la acción socialmente
significativa. Un acto cualquiera, cuando tiene sentido,
se convierte en una
praxis.
Podemos distinguir varias for–
mas, como por ejemplo la teleológica, orientada a un fin
concreto, la estratégica, que aúna voluntades, la norma–
tiva, que se adecua a normas, la dramatúrgica, que per–
mite al sujeto representarse frente a otros, y la
comunicativa, que permite el intercambio de significa–
dos. La "buena voluntad", de que hablaba Kant, el deseo
de actuar en sociedad en tanto praxis (acto con sentido),
casi siempre está guiada por valores y principios asumi–
dos, por creencias a veces ni siquiera percibidas y por
ejemplos o circunstancias experimentadas. Los desafíos
de la vida personal y grupal inducen desbalances en el
equilibrio que existe entre estos tres componentes. Por
ejemplo, los desarrollos tecnológicos en el ámbito de la
salud han promovido fuertes cambios en lo que se creyó
tradicional función de los médicos, esto es, salvar vidas
y
restaurar la salud. Tales cambios desafían la forma con–
vencional de actuar. Entonces interviene lo que se ha lla–
mado el "equilibrio reflexivo amplio", por el cual se ajusta
o reajusta cada elemento a un nuevo escenario, mante–
niendo la consistencia y la coherencia. Un ejemplo de
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