Bioética: el diálogo moral en las ciencias de la vida

operación, sino también formas de adecuar la información a los participantes, construyendo un conocimiento espe– cial, distinto del que usan los especialistas pero distinto también del disponible en los medios masivos. Tal vez lo substantivo de este argumento sea destacar que el conoci– miento, en tanto que "construcción", puede tener seme– jantes elementos -las informaciones - pero cumplir dis– tintas funciones según el contexto y el "usuario". Un comité, aunque sea "de ética" no es sólo "de ética". Es un conjunto de personas que, además de visiones diferentes sobre la vida y los valores, tienen diversas informaciones y, ante todo, distinto conocimiento. Es necesaria esta re– flexión porque al descuidar los aspectos de "ingeniería del conocimiento" o "ingeniería epistémica" que todo grupo desarrolla o improvisa, se cae en rudimentarias polémi– cas, se vocean consignas y se toman decisiones no racio– nales. Las profesiones modernas deben también parte de su privilegiado estatuto al hecho de que no solamente regu– lan un "saber-hacer" sino también un 11 saber-estar". Ser depositario de un saber, de su correlativo prestigio y po– der, obliga a un "saber estar" en ese papel social, tener una identidad acorde con la dignidad del oficio, saberse comportar conforme a ella. Este saber-estar pertenece a aquellos aspectos de lá vida al servicio de las personas que más importa desarrollar como grupo e inculcar el espíritu de una vocación. Es fundante de las relaciones con otros expertos, de la identidad en tanto que autorizado expo– nente de un oficio y del respeto que los no expertos otor– guen a éste. 46

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