Evaluación del aprendizaje autoconstruído: motivando la autonomía del universitario

Motivando la Autonomía . 96 Evaluación del Aprendizaje . el aprendizaje ya internalizado por el estudiante y llevar a éste a nuevas experiencias que amplíen su saber y su saber hacer. Entendemos fundamental “activar” la memoria del estudiante, que tome conciencia de su propio caudal y de su incremento; que encuentre su motivación personal, su identidad, dentro del proceso creativo. En tal sentido, el Taller puede definirse como una instancia de reflexión que articula lo académico y lo empírico, actuando a modo de nexo entre la Universidad, el entorno y la propia vivencia del estudiante. Estas consideraciones llevaron a formular como objetivo explícito de nuestro estudio la definición del perfil de ingreso de los alumnos y la activación del caudal en las instancias proyectuales. La modalidad pedagógica correspondiente, para ambas indagaciones, es la evaluación diagnóstica, y su equivalente en ciencia es la investigación exploratoria, cuyos resultados –generalmente, descriptivos- pueden conducir a nuevos estudios o a aplicaciones. Se trató, en este caso, de un objetivo estratégico de carácter docente enmarcado en la participación activa del estudiante en su propio aprendizaje. En concordancia con su función diagnóstica, la información recabada se canalizó en la programación de ejercicios proyectuales. Los fundamentos y resultados de estas actividades constan en el apartado “Evaluaciones Diagnósticas”, incluido a continuación. Por otra parte, el “descubrimiento” del enorme potencial formativo de la autoevaluación, llevó a plantear un segundo objetivo , igualmente docente pero sostenido y centrado, esta vez, en la sistematización del “aprender a hacer”. Este objetivo hizo explícito el compromiso asumido por nuestro equipo, respecto a complementar la formulación de propuestas de diseño hechas por el estudiante, con la reflexión sobre lo actuado , y desde su propia perspectiva. La aplicación sistemática de autoevaluación y coevaluación de los proyectos se convirtió en el recurso didáctico puesto en juego para lograr que la “formación en el proyecto” diera lugar a la “formación por el proyecto” –en términos de Mabardi, J. F. (2001). Los instrumentos diseñados buscaron favorecer la formación en competencias personales y sociales, a la vez que aportaban al estudiante una mayor conciencia del conocimiento construido respecto de la dinámica proyectual. De allí que cada autoevaluación aportara una serie de datos que interesó procesar. Por constituir eso una innovación al método actual de enseñanza de la arquitectura –o mejor dicho: por entenderlo el equipo como una “re-construcción” del método tradicional- nos pareció pertinente dejar constancia de los instrumentos empleados, los resultados a que pueden conducir, y propiciar así su discusión con miras a una aplicación generalizada de la autoevaluación como recurso formativo, en la Escuela. Se adjunta este material en el apartado “Autoevaluación Formativa” de esta segunda parte del libro. Y por último, se entendió necesario medir si lo anterior conducía a la construcción de capacidades y actitudes ligadas a comportamientos responsables y autónomos, fin último de la formación del arquitecto egresado de nuestra Escuela, según el perfil establecido en el Plan de Estudios de la carrera, actualmente vigente. De este nuevo propósito –que requería una aproximación objetiva y metódica, y en tal sentido, científica- se desprendió la hipótesis de trabajo que correlaciona positivamente la autoevaluación del proyecto y la autonomía más temprana, del estudiante .

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