La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis

129 La dulce y pura Nausícaa Entre los personajes femeninos que inmortalizó Homero, Nausícaa ocupa un lugar especial. Es la mujer más dulce; es la joven pura y bella. También es entre esos personajes uno de los que menos ecos literarios han tenido. Quizás sólo podemos recordar la Nausícaa de Goethe y la de Joan Maragall. Debe haber otras obras, acaso poco conocidas u olvidadas. Robert Graves hace de Nausícaa un personaje que habría vivido unos doscientos años después de Homero y que podría ser la autora de la Odisea . El Padre de la Poesía habría compuesto sólo la Ilíada . Después de afirmar Graves que "aunque tiene el aspecto de epopeya, la Odisea es la primera novela griega y, por lo tanto, completamente irresponsable en lo que concierne a los mitos", expresa: "He sugerido las posibles circunstancias de su composición en otra novela: La hija de Homero " 211 . No bien logrado, a nuestro juicio, como novela, este texto utiliza el nombre de Nausícaa y una serie de paralelismos con el episodio de la llegada de Ulises a Esqueria y su trato con la auténtica princesa de aquel nombre. La Nausícaa de Graves, en el transcurso de la novela, más de alguna vez se refiere a un poema épico que está escribiendo. En realidad, la novela misma y la argumentación subyacente sobre la autoría del poema que habría de conocerse como Odisea , no son en absoluto convincentes. La novela está escrita en forma autobiográfica y en el prólogo, esta Nausícaa, su presunta autora y también presunta autora de la Odisea , afirma que acaba de terminar un poema épico y que ha hecho aparecer a sus padres como "el rey Alcínoo y la reina Areté de Drepane, la pareja real que dio la bienvenida a Jasón y Medea en la Canción del vellocino de oro" 212 . Volviendo a la obra homérica, Nausícaa, esa dulce y hermosa joven, pudo representar la más pura y bella tentación para desviar a Odiseo de su camino hacia Itaca. Hay en Homero una cierta tenue insinuación de que así pudo haber sido. Para el Ulises de Kazantzakis, en cambio, el encuentro con la dulce princesa de los feacios constituirá precisamente la tercera gran tentación, a pesar de que en la nueva Odisea no se expresa que ella piense o desee algo que pudiera ser distracción u obstáculo en la ruta del marino errante. Ni siquiera la escuchamos hablar en su isla feliz. 211 R. Graves: Los mitos griegos , Traducción Luis Echávara, Editorial Losada, Buenos Aires, 1967, 2 vols., p. 430, nota 5. 212 R. Graves: La hija de Homero , Traducción Floreal Mazía, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1964, p. 20.

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