Ensayos sobre socioautopoiesis y epistemología constructivista

Recuperación del Observador denda, frente a aquellas posturas que lo han reducido a su vertiente eminentemente téc– nica, que advierte el problema como una mera correspondencia entre precisión-exacti– tud. Asimismo, al reconocer la importancia del papel del sujeto en el proceso de cons– trucción del dato, se busca subrayar la necesidad de mantener una constante vigilancia epistemológica en todo proceso de investigación. En resumen, estas líneas proponen enfrentar el problema de la intervención e interpretación en la construcción de datos para la investigación en ciencias sociales (1 ). l. La vieja disputa excluyente y reduccionista: métodos cuantitativos frente a métodos cualitativos Los científicos sociales sc dedican a producir "sistemas de creencia de su socie– dad" (Schwartz y Jacobs, 1984; 21); es decir. estos 'personajes' tienen un papel funda– mental en la conformación de las maneras de conocer, que incluso han llegado a califi– carse de correctas, legítimas, científicas, verdaderas, etcétera. Sin embargo, estas formas de conocer no han sido siempre iguales, ni proceden de la misma forma: en las últimas décadas asistimos a un giro en las formas reconocidas de hacer ciencia; incluso, la tradi– ción dominante que privilegió la medición de los procesos sociales ha perdido terreno ante las visiones contemporáneas de corte más interpretativo. Cabe entonces preguntarse por las formas en quc proceden las comunidades epistémicos (2) para legitimar ciertos sistemas de creencia. dentro de los cuales se ubica también una forma de 'hacer' ciencia. En este sentido, resulta de gran ayuda rastrear las formas de pensamiento que han llevado a lo que hoy consideramos el problema epistemológico en la construcción del dato, aunque antes de proceder a ello es preciso reconocer que las formas y estrategias de validación (en términos de fundamento) de lo que puede considerarse, o no, conocimiento científico (deman.:aeión) se han modificado con el tiempo (3). Por ejemplo, a mediados del siglo xix se enarbolaba una concepción empirista de la ciencia, donde la validación científica se cimentaba en la recopilación de leyes que expresaran regularidades -correlaciones-- entre fenómenos observables (Martínez, 1997). Esta concepción empirista radical no fue, sin embargo, la coneepción predomi– nante de ciencia en el siglo xviii, cuando Descartes apoyaba una concepción mecanicista del mundo frente a la propuesta de Newton de intentar explicar la regularidad de fenó– menos en términos de leyes de aplicaeión universal que permiten modelar matemática– mente los fenómenos (4). La concepción dominante de la ciencia en el siglo xix consideró que no había diferencias lógicas fundamentales entre eiencias naturales y sociales -el ideal de cien– cia 'unificada'-; con ello, la forma de hacer ciencia social empezó a impregnarse de los principios de las ciencias naturales: monismo metodológico; conocimiento nomotético; correspondencia entre conceptos, observaciones empíricas y hechos u objetos; la expe– riencia como criterio último de verdad; la demarcación del conocimiento científico de aquel que no lo es y la neutralidad de las aseveraciones. Es así que la precisión, la exactitud, el control, la predicción y la eontrastación con la realidad se eonvirtieron en factores imprescindibles en la definición de la 'ver– dad'. Por ejemplo Comte, en su física social, define con claridad lo que consideraba criterio de demarcación entre lo que e:; científico y lo que no lo es; así, convierte al dato empírico en criterio de verdad, donde toda proposición que no pudiera reducirse a los hechos sería metafísica; es decir, no científica. Asumir lo empírico como lo eminente– mente observable se constituyó en lo dominante en la ciencia moderna (De la Garza, 1987). A partir de ello puede entenderse la propagación de la medición en la actividad científica -tanto natural como social. 195

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