Sectores: fenomenología de la vida social de un grupo de pacientes internados en un sector del Hospital Psiquiátrico de Santiago

Hugo Rojas y yo- provienen de quien asiste a la experiencia de otro, pero que a menudo resulta difícil dé ser reconocida debido a las cegueras o a las sorderas de quien las percibe o las escucha, demasiado encerrado en sus propias certidumbres, en sus creencias, es decir en su "yo". Probablemente, parte importante de ese oficio reside en poder dejar hablar tranquilos a nuestros pacientes, es decir ser nosotros pacientes para que algo pueda escucharse. O verse. La segunda, de una complejidad diferente, resulta de las condiciones sociales, culturales o históricas para que lo percibido pueda, como decía Winnicott, tener lugar. Se requiere a veces mucho tiempo para que lo percibido por alguien -o incluso por una comunidad entera- sea visto; ni siquiera de nuevo, sino porprimera vez. Tal vez la Historia de la locura, en el sentido propuesto por Michel Foucault, da cuenta de una resistencia de este segundo tipo. Porque, según la tesis de Foucault, la paradoja del lugar de la locura en la historia o en la cultura moderna reside en que puede comenzar -o, más bien, recomen– zar- a "hablar por sí misma" debido y no a pesar de su exilio vagabundo por la Razón que cree -pero sólo cree- mirarla desde lejos. La locura, la historia de la locura, habla por sí misma a costa no tanto de su silencio -a menudo es harto verborreica- sino de su silenciamiento, es decir de las re– sistencias que a ella opone la Razón para constituirse como tal. Paradoja de la locura, nos dice Foucault, en la cultura occidental: ésta puede tomar lugar en la medida que es silenciada y recluida en los espacios del asilo de alienados. No nos detendremos en este punto más que para señalar en qué medida la creación del asilo de alienados, por Pinel a comienzos del siglo XIX, si bien liberó al "insensato" de sus cadenas (al menos es ésa la leyenda) para empezar a considerarlo un enfermo, definió un nuevo espacio donde la locura se haría próxima y lejana a la vez. "Si la locura toma lugar, es en la medida que se la aleja; sus rostros, sus diferencias, no las debe a una atención que se aproxima sino a una indi– ferencia que la destaca. De tal modo que el máximo de la distancia será adquirida en la víspera misma del día que Pinel reformará Bicetre"l. Volviendo al tema que sugería al comienzo, se puede plantear que no sólo no se puede escuchar aquello que está siendo dicho, como decía 1 Foucault, M . : L'histoire de la folie a l'áge classique, París: Gallimard, 1972, pp. 415-416. 8

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