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La complejidad en aumento de la práctica profesional y los roles en evo-
lución de los profesionales de la salud determinan un incremento en los
retos éticos para los farmacéuticos. A medida que las responsabilidades
inherentes a la atención farmacéutica se expanden, el profesional dirige
más atención hacia la práctica centrada en el paciente, con el objetivo de
mejorar la calidad de vida de éste
(3)
.
2. Ética y diálogo en salud colectiva
El diálogo en salud implica enlazar problemas en un contexto epistemoló-
gico de ética en salud, en el cual la validación de los resultados debe acom-
pañar la eficiencia tecnocientífica y el ejercicio de construir una sociedad
más justa y un mundo con derecho a felicidad y bienestar sustentables en
el tiempo. Debe constituirse con procedimientos de una ética de respon-
sabilidad con argumentaciones morales y sin pragmatismos estrictamente
racionales
(4,5)
.
Se debe comprender la comunicación como participación y como respeto
a la dignidad de las personas, lo que impone deberes y derechos. Su mayor
desafío es generar un contexto adecuado para la pluralidad moral y episté-
mica de las sociedades
(6)
.
El diálogo en salud necesita ser efectivo, porque el conocimiento no está
uniformemente distribuido en la población, de modo que la capacidad
para utilizarlo, comprenderlo y ampliarlo no es homogéneo ni uniforme.
La equidad en materia de información depende de reconocer que el cono-
cimiento, que es información articulada, exige procesos de comunicación,
en los cuales la
praxis
de las profesiones y las organizaciones gubernamen-
tales y no gubernamentales debe tener activa participación
(4-6)
.
La comunicación efectiva en salud implica el reconocimiento mutuo de
los individuos que aspiran a compartir tareas, datos e informaciones, y res-
peto por la dignidad de los demás. La información y el diálogo vinculados
con el bienestar deben ser examinados desde un punto de vista antropoló-
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