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supuestas imposiciones hegemónicas habría triunfado al precio de agregar
un poco más de miseria a las ya debilitadas sociedades latinoamericanas.
Indudablemente, esta continua invocación a resistir los valores culturales
que resultarían “extraños” para América Latina demuestra un muy pobre
entendimiento acerca de los sistemas de valores prevalentes en la región.
En contra de lo que muchos opinan (incluso en Estados Unidos), las bases
culturales de América Latina
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no sólo tienen puntos de contacto con la
herencia indígena original, sino que también fueron nutridas por las ideas
que llegaron desde España, Francia, Alemania, Inglaterra y Estados Uni-
dos, ideas que tuvieron especial significado en las guerras por la indepen-
dencia del siglo XIX, por lo que sus valores, en forma general, no difieren
en demasía del resto de las naciones de Occidente
(11)
.
Desde ya, existen particularidades heredadas desde la conquista y que, en
algunos casos, se perpetuaron en la mezcla de gobiernos populistas y auto-
ritarios que asolaron la región durante el siglo pasado. Como dice Diego
Gracia, quien por cierto no es un representante del “imperialismo” anglo-
sajón: “Los latinos se sienten profundamente incómodos con derechos y
principios. Prefieren juzgar hechos y actos como buenos y malos, en vez
de correctos o incorrectos. Prefieren la benevolencia a la justicia, amistad
a respeto mutuo, excelencia a derechos”.
(…) Los países latinos tradicionalmente han sido intolerantes. La tole-
rancia no fue incluida como una virtud en el catálogo de ética latina. La
virtud real es la intolerancia, en cuanto la tolerancia fue considerada un
vicio…”
(12)
.
3
Resulta casi imposible evitar generalizar cuando se habla de América Latina como una
región. Sin embargo, debe considerarse que cada país tiene particularidades en cuanto a
tradiciones, cultura, lenguajes, perfiles demográficos y sociales y sistemas de gobierno. De
hecho, lo que predomina en América Latina es la fragmentación, no sólo entre países sino
también dentro de los mismos. Por lo tanto, debe entenderse que cada vez que en el texto
se menciona a América Latina en forma general se lo hace por la incapacidad del autor
de encontrar un término que pueda diferenciar regiones y subregiones de una forma más
exacta.
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