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CODA
Llega de ningún lugar, como un nombre que hubiera sido escrito por una
mano despiadada, en una hora de secreto fulgor. Lo que abraza es un delicado velo
de nubes, las nupcias de sus bandas rizadas contra el azul cobalto posado en la
campana del cielo. Untan claridades imprecisas con dedos que levitan en destierro.
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