DESASTRES ASOCIADOS AL CLIMA
EN LA AGRICULTURA Y MEDIO RURAL EN CHILE
2009
DESASTRES ASOCIADOS AL CLIMA
EN LA AGRICULTURA Y MEDIO RURAL EN CHILE
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Javier tuvieron pérdidas de granos y flores de un 10 %. Los arándanos, que se cultivan en San Vicente,
tuvieron pérdidas cercanas al 80%, situación que no se dio en los cultivos del mismo producto en el
secano costero ni en el secano interior. En Cauquenes se perdió la cosecha de frutilla por exceso de
humedad, ataque de hongos (botrytis) y reblandecimiento de la fruta. Las frambuesas en Parral su-
frieron daño por floración, disminuyendo la producción esperada. Los cultivos de trigo se dañaron en
Cauquenes, San Fernando, San Vicente y Santa Cruz debido a las intensas lluvias y vientos, mientras
que para el maíz no se registraron daños, pues la lluvia tuvo efectos positivos por el aporte hídrico. En
Curepto hubo daño en el trigo y la cebada por tendimiento, y los cultivos de garbanzos se inundaron.
En Longaví, Parral y San Javier el trigo también sufrió efectos por tendimiento, mientras que en la
primera localidad, los porotos y tomates se inundaron. En Talca, el trigo con grano lechoso quedó un
70%
en el suelo. En cuanto a las hortalizas, el ajo de exportación fue el cultivo más dañado. El total, la
pérdida agrícola se estimó en más de 700 millones de pesos, sólo por esta lluvia.
En la VIII Región las lluvias y el viento provocaron serios daños en siembras de cereales, frutales, hor-
talizas y chacarería. Los agricultores sufrieron daños de entre un 30 % y un 40 % en trigo, avena y
cebada; parte de estas siembras estaban semitendidas, pero aquellas que están completamente ten-
didas (aplanadas) sufrirán un daño superior, incidiendo en el rendimiento y en la calidad de los gra-
nos. En frutales, los cerezos fueron los más afectados debido que se encontraban en pleno período
de cosecha, sufriendo daños por partidura y caída. Las variedades más afectadas fueron Early Bourlat
y Ramón Oliva, en tanto que las variedades Bing Van, Corazón de Paloma y Black Tartarian sufrieron
un daño menor, de un 20 % por partidura, golpe y caída. En la chacarería hubo daños menores en
las siembras de poroto y maíz, que estaban recién emergiendo, por sobresaturación del suelo. Los
cultivos de raps y de papas, y la siembra de praderas tuvieron daños leves. En las viñas, la lluvia llegó
cuando los racimos estaban formados, y el daño mayor fue la exposición al hongo Mildeu, para lo
cual se solicitaron veinte millones de pesos al Ministerio de Agricultura para la adquisición de un
producto que prevenga este problema, para ayudar a 208 pequeños agricultores de la comuna de
Quillón, que poseen un total de 449 hectáreas. En resumen, en la VI Región se vieron afectadas190
familias, con un total de 107 hectáreas. En la VII Región, las familias afectadas fueron 10, con un total
de 3.270 hectáreas y pérdidas estimadas en algo más de 750 millones de pesos. Finalmente, la VIII
Región fueron más de mil las familias afectadas, con un total de 449 hectáreas y pérdidas por 20
millones de pesos (UEA, 2003).
Fuente: La Red (2001), Ossandón
et al.
(1983),
Salgado (1976), UEA (2003) y Urrutia y Lanza (1993).
Mediante el análisis de un evento específico es posible ejemplificar una cuantificación y
caracterización de los daños que provocan los temporales e inundaciones en la agricultu-
ra. Es así que por ejemplo, para el año 1997, El Niño afectó con gran intensidad las zonas
centro y sur de Chile, comprendida entre las regiones III y VIII, donde se encuentra la ma-
yor proporción de la agricultura chilena (Curihuinca y Piuzzi, 2004). Ramírez (2005) estimó
los impactos económicos experimentados en el país debido al evento El Niño de 1997,
considerando los gastos públicos y los cambios en las exportaciones de diversos sectores
de la economía, entre ellos el sector agrícola y ganadero; los resultados de la investigación
realizada por este autor evidenciaron que las exportaciones agrícolas sufrieron, pérdidas
de alrededor de un 2,7%, equivalentes a más de 23 millones de dólares. Las cifras del
gasto público en Chile central para ese año correspondieron al 0,2%del Producto Interno
Bruto (PIB) del país. Si bien este porcentaje equivale a más de 217 millones de dólares, la
proporción del IPC que debió invertirse es baja en comparación con lo gastado por otros
países de Latinoamérica igualmente afectados por El Niño de ese año.