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CAPÍTULO III: LAS RAZONES DE NIXON Y SUS DOS FRACASOS
Hubo diversas razones por las que el Presidente Richard Nixon quería derrocar al
gobierno de Eduardo Frei, primero, y al de Salvador Allende, después.
En primer lugar, Nixon creía que se debía terminar con la estrategia de los
demócratas de respaldo a la DC, para enfrentar los riesgos de contagio que
implicaba la Revolución Cubana en América Latina.
En segundo lugar, porque la política internacional del Gobierno DC promovía la
integración de América Latina y rechazaba las prácticas imperialistas de ambas
superpotencias, como la invasión norteamericana a República Dominicana en 1965,
la cruel guerra en Vietnam, la injusta manera en que ese país se relacionaba con
nuestros pueblos, así como también la brutal intervención soviética en
Checoslovaquia en 1967, durante la denominada Primavera de Praga, además de
otras masivas agresiones al derecho internacional protagonizadas por las dos
potencias imperiales de entonces. La molestia de la administración norteamericana
con la digna posición chilena, llevó al Secretario de Estado subrogante para América
Latina, Peter Vaky, a calificar la posición internacional chilena como “una indisciplina
dentro del sistema”.
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En tercer lugar, porque Nixon mantenía estrechos contactos con grandes
corporaciones transnacionales para las que había trabajado, como Pepsi Cola, por
ejemplo, y estas empresas tenían a su vez estrechos vínculos con poderosos grupos
económicos chilenos, como los que encabezaba Agustín Edwards, padre del actual
propietario de
El Mercurio.
Examinemos documentos que dan cuenta de este vínculo
y de sus objetivos comunes.
Armando Uribe escribió: “El domingo antes del alzamiento del Tacna en Santiago, a
fines de octubre de 1969, se apareció en Washington Agustín Edwards, el
empresario privado más poderoso de Chile (...) Lo acompañaba una comitiva en que
se destacó por su autoridad el oficial de marina en retiro Hernán Cubillos. Su
principal empleado en
El Mercurio
, Fernando Léniz, viajó después a Washington.”
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Uribe describe lo que percibió: “¿Qué pasaba?. No se le entendía. Agustín Edwards
hablaba de que ‘ellos’ estaban por moverse, que ya no esperarían más, y que el
gobierno, sin duda, debía estar en conocimiento. (...) Es un momento muy crítico,
pero que quede constancia, agregaba, yo no estoy en Santiago en este momento,
por eso he viajado a Estados Unidos”.
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Uribe agrega “Fue imposible entenderlo
entonces. A los pocos días estalló el ‘tacnazo’ del general Roberto Viaux y las frases
entrecortadas de Agustín Edwards adquirieron sentido (...) estaba informado de ese
intento de golpe militar anterior a la elección”.
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En una obra posterior, Armando Uribe completa esta información: En el otoño de
1969 en Washington, Edwards lo invitó a tomar desayuno para entregarle una
información que podía ser trasmitida a Gabriel Valdés, entonces Ministro de
Relaciones Exteriores. Recordemos que Uribe era Ministro Consejero en la Embajada
de Chile, cuyo embajador era Domingo Santa María. Edwards le habría dicho:
27
Uribe, Armando, op. citada, página 38
28
Ibíd. , página 45.
29
Ibíd. , página 46.
30
Ibíd.
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