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semana, al hacer mi turno de visitas obligadas, taché dos nombres. Uno fue Gabriel
Valdés, nunca le hice una visita formal. Y, segundo, taché el nombre del arzobispo
de Santiago, el cardenal Raúl Silva Henríquez”.
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¿Qué les parece la objetividad del sujeto? Se niega a visitar al Ministro de
Relaciones Exteriores del país sede de su misión, actitud que, quienes hemos
desempeñado esas funciones, consideramos inconcebible, ya que no es sólo una
obligación del cargo, sino que hasta una muestra de educación. Respecto a su veto
al Cardenal de Chile, nuestro querido don Raúl, el gesto engrandece a nuestro
pastor y reduce, aún más, la categoría moral del responsable de estas agresivas
torpezas.
Los Hechos Contradicen a Kissinger
En sus memorias, Kissinger escribe que se sintió obligado a abordar la situación de
Chile ya que reconoce “el poder de la mitología política, porque a pesar de lo que
afirma la propaganda antinorteamericana de todo el mundo y la historia revisionista
interna de los Estados Unidos, nuestro gobierno nada tuvo que ver con los planes de
su derrocamiento ni relación alguna con quienes lo consumaron.”
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Los documentos
que se han conocido posteriormente y recientes declaraciones de Colin Powell,
actual Secretario de Estado norteamericano, señalando que lo ocurrido en Chile no
es una parte de la historia americana con la cual se pueda estar contento,
desmienten a Kissinger.
En su libro, Kissinger cita un comentario que le hizo Chou En-Lai, Primer Ministro de
la República Popular China, sobre lo ocurrido en Chile, pocos meses después del
golpe. “Nosotros le hablamos de los riesgos que corrían, pero no nos creyeron. Esos
fenómenos fueron provocados por ellos mismos Yo sólo le escribí una carta al
Presidente Allende, pidiéndole que no hiciera tantas cosas con tanto apuro. Sólo se
trataba de problemas económicos que ellos deberían haber previsto. No tenían que
hacer todo al mismo tiempo, sino sólo dar un paso por vez. Constituía un error
prometerle demasiadas cosas al pueblo porque les sería imposible cumplirlas.
Nosotros creemos que la vida de la gente sólo puede ser mejorada sobre la base de
la producción. Cuando uno habla de socialismo, también piensa en bienestar. Y mi
carta al presidente Allende apareció en los diarios, pero fue inútil porque la palabra
de un extranjero no significaba nada para ellos.”
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Sería interesante verificar si esta
carta existió, ya que lo único indudable es que China no rompió relaciones con el
Gobierno de Pinochet. Cuando le pregunté a autoridades de ese país por el
fundamento de esa decisión, señalaron que ellos tenían relaciones con los pueblos y
no con los Gobiernos.
Sí me parece que uno de los juicios de Chou En-Lai era equivocado, puesto que es
sabido que hubo partidarios del Gobierno de Allende que escucharon a los soviéticos
y otros a los cubanos.
24
Ibíd. , página 86
25
Kissinger, Henry: “Memorias”. Editorial Atlántida, Buenos Aires, 1982. Volumen II, página
313.
26
Ibíd. , página 339.
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