Para que nadie quede atrás: a la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)

Para que nadie quede atrás 183 María Clara Illino UNA IMPRESCINDIBLE Por Nelson Sandoval Díaz Los integrantes de la generación que llegó a la Escuela de Periodis- mo de la Universidad de Chile en el segundo lustro de los sesenta fuimos testigos o protagonistas de una vorágine de cambios socia- les, políticos o culturales que pocas veces, o nunca tal vez, se han dado con tal profusión en un tiempo tan breve, y cuyas secuelas aún nos sacuden, nos duelen o estremecen. En esa vorágine, hubo quienes optaron por seguir la senda de la lucha y el sacrificio en pos de la quimera de una sociedad mejor, sin límites en la elección de los medios ni en el esfuerzo personal. La Revolución Cubana era el faro y el Che el ejemplo a seguir, para crear Sierras Maestras propias, en una senda que debía culminar en un futuro de libertad, igualdad, paz y prosperidad, con el hom- bre nuevo como protagonista. Cito a una colega periodista, dirigente del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), superviviente de los campos de tortu- ra y exterminio de la dictadura, Gladys Díaz Armijo: “¿Qué fue- ron y qué fuimos finalmente: locos extremistas, héroes altruistas, idealistas, ingenuos? Todo eso y mucho más. Fuimos parte de una camada continental, de una casta de mujeres y hombres, encantadores de ideales e idearios, ajenos a toda au- torrealización, dispuestos a esfumarse en el colectivo y dar la vida si era necesa- rio, por la coherencia polí- tica. Nadie le puede quitar a nuestros hermanos desapa- recidos y asesinados la me- moria de lo que fueron, y a ellos y a nosotros mismos, nada ni nadie nos puede quitar el inmenso orgullo de haber sido los revolucionarios de nuestro tiempo, forjadores de futuro, de sueños inconclusos que aún esperan ser retomados por las nuevas generaciones”. María Clara Illino Opazo estuvo entre esos jóvenes que, desde las Boda de María Clara y Ricardo, con Mario Planet y su hija Pilar Planet.

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