La convivencia escolar desde el discurso de sus actores

constituye en un espacio privilegiado de convivencia interpersonal, social e institucional que sirve de modelo y confere sentido a los estilos de relación entre los niños, niñas, futuros ciudadanos del país y del mundo (MINEDUC, 2003). Es por ello que una de las formas de avanzar en la construcción de una democracia sana y sustentable, es reconocer la importancia de la acción educativa fundada en valores democráticos como la participación, la solidaridad, la justicia, la libertad, la no discriminación y la equidad. La convivencia escolar se encuentra imbricada al clima escolar ya que éste es un elemento facilitador del proceso de aprendizaje que requiere de un ambiente adecuado para desarrollarse y que puede ser estimulador o inhibidor de acciones funcionales o disfuncionales en la escuela. Si es grato y enriquecedor para los docentes y estudiantes, ellos se sentirán estimulados a comprometerse emocional y conductualmente al cumplimiento de sus tareas; por el contrario, si es poco estimulante puede incidir negativamente en el ambiente de estudio ocasionando situaciones de tensiones y défcit en los procesos de aprendizaje. Son múltiples los focos de conficto que impiden una convivencia sana que asegure relaciones respetuosas entre los miembros de la comunidad educativa, como pilares para una formación integral, ya que aprender a convivir con otros es el núcleo de la convivencia escolar, parte importante del proceso de formación personal y social de cada persona. Solo a través del convivir con otros se adquieren las habilidades para conocer, compartir y participar como sujetos activos en los contextos sociales a los cuales como sujetos históricos pertenecemos. Su incidencia es signifcativa para el desarrollo ético, socioafectivo e intelectual de los estudiantes. Como construcción colectiva es responsabilidad de todos los 46

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=