Historias de vida de directoras escolares: contexto y voces

61 HISTORIAS DE VIDA DE DIRECTORAS ESCOLARES: CONTEXTO Y VOCES Conciliación del trabajo y la vida personal A los 28 años, mientras estaba iniciando su actividad laboral en la primera Fundación en la que se desempeñó como asesora pedagógica, Irene se casó y comenzó su propia familia junto a su marido, con el que llevaba casi cinco años de relación. Al segundo año como coordinadora de la segunda Fundación en la que trabajó, con 33 años, tuvo a su hija mayor. A pesar de ser un embarazo deseado, planificado, y en una etapa de la vida de Irene en que sentía que su desarrollo profesional, en cierta forma, estaba resuelto, el proceso de maternidad, sobre todo en los primeros meses, fue muy difícil, pues, por diversas razones, no contaba con el apoyo de su familia. Durante los primeros tres meses de vida de su hija, Irene no quería que nadie más que su marido estuviese a su lado. Dejaba que la visitaran, pero detestaba que se entrometieran en su labor maternal, por lo que, sin planificarlo, evitó que tanto su madre, como su suegra la ayudaran. Su hija no se alimentaba directamente del pecho y eso la hizo sentirse miserable e inútil, no quería que nadie, además de los doctores y especialistas, le diera “consejos” de cómo lidiar con las dificultades que se le presentaban. Se apoyaba en su marido, quien la acompañó y contuvo por todo ese tiempo. Como no tenía redes sólidas a las que recurrir, contrató a una persona que la ayudara para poder volver a trabajar. Sin embargo, esa persona tampoco resultó ser la más idónea, por lo que decidió tomar el posnatal de tres meses, con extensión de media jornada hasta los siete meses y medio. Con su marido, quien había empezado a estudiar su segunda carrera (actor-ingeniero infor- mático), se dividían las labores del hogar y, al pasar de los meses, cada vez fue menos com- plejo compatibilizar su vida laboral con su vida familiar, sobre todo viendo como crecía su hija. Continuó su trabajo como coordinadora y cuando la niña cumplió un año decidieron tener a su segundo hijo. El proceso inicial con su segundo hijo fue muchísimo más fácil. No existían ni los mismos mie- dos, ni las mismas dificultades. Su marido estaba terminando de estudiar y ya tenía un trabajo más estable. Juntos decidieron prescindir de la persona que cuidaba a los niños en casa, para que fueran a jardín y sala cuna. La vuelta al trabajo luego del posnatal de su segundo hijo no fue fácil para Irene: “había bastan- tes cambios, personas nuevas y se estaba empezando a utilizar un enfoque con el que no esta- ba del todo de acuerdo, pero no era tan fácil opinar si yo venía recién llegando”. Al poco tiempo de volver se enteró de que uno de sus colegas, el coordinador “hombre” y que venía llegando al cargo, tenía una renta que era un tercio superior a la de ella. Eso le generó una sensación de injusticia enorme. Incluso en algún momento, se sintió castigada por su maternidad: “No podía dejar de pensar que las diferencias se relacionaban con el hecho de haber ‘estado fuera’ por mi posnatal”. Lo anterior tuvo una fuerte repercusión en el miedo a que su hija o su hijo se enfer- maran. Jamás pidió una licencia cuando sus hijos se enfermaban. En su primera experiencia como directora, la hija mayor de Irene había entrado a prekínder en otro colegio y su hijo seguía en el jardín. Ella sentía que llegaba a la casa solo a ordenar, a retar a sus hijos y a dejar todo listo para el colegio y el jardín del día siguiente. Su marido estaba tra- bajando cada vez jornadas más extensas y si bien se dividían las labores, Irene sentía el peso de “dirigir” un colegio y una casa: “La comida que alcanzaba a preparar se basaba en comidas que fueran del envase al horno y del horno, al pocillo y a las loncheras”. Debido a dificultades con la persona que cuidaba a sus hijos cuando estos llegaban del colegio y el jardín, junto a su marido tomaron la decisión de llevar a su hija mayor al colegio que ella

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=