Historias de vida de directoras escolares: contexto y voces

49 HISTORIAS DE VIDA DE DIRECTORAS ESCOLARES: CONTEXTO Y VOCES En el 95 tuve mi tercer hijo y ya había agregado una nueva tarea, la educación de los niños. Al llegar a casa, había que revisar mochilas, organizar tareas, dar la comida y ver que todo quedara listo para la nueva jornada. La crianza fue el tiempomás demandante de la vida familiar y profesional. Cuando se enfermaban o no llegaba la ‘cuidadora’, era un caos. Con tres hijos, no faltaban los imprevistos. Debido al cansancio y al rol que se espera de una mujer en la casa -de madre y de esposa-, tuvo varios episodios de rebeldía y cansancio, pero lograba reencantarse y seguir adelante. Mi marido me regaloneaba especialmente en esos momentos y alivianaba la carga implementando apoyos, lo que me servía mucho para trabajar tranquila y disfrutar de mi tiempo laboral. Era él el que organizaba la rutina de la casa y el trabajo escolar de los niños. Con el paso de los años, llegar a la casa adquirió otra dinámica. Fue paulatinamente soltando el apoyo a sus hijos cuando iniciaron su formación en educación media. Siente que ellos también la abandonaron al resolver solos su situación escolar. Durante el periodo de crianza, Vilma comenta que se impuso tener un buen desempeño en todos los quehaceres: en el hogar, en sus estudios y en su trabajo. Por mucho tiempo debió cumplir con todas sus actividades, aunque esto implicara extender sus jornadas de trabajo. Para realizar todas mis actividades debía dejar todo listo. Los días de semana comenzaba mi tercera jornada, o sea, yo estudiaba después de las 12 de la noche hasta las 2 o 3 de la mañana. Ese era mi tiempo de tranquilidad. Este fue el momento en el que inicia el consciente proceso de elección de los espacios y con- diciones laborales en beneficio de la calidad de su vida personal. Mi cuerpo comenzó a dar señales para que mirara mi sistema de vida: alergias, colon irritable, entre otros. Tenía que realizar cambios. Era terrible llegar atrasada, correr para cumplir con los requerimientos laborales como corresponde, sentía que era mucho, entonces yo dije: ‘no, esto me va a destrozar la guata, no voy a hacer nada bien’. Emocionalmente no me sentía bien con esta situación, me angustiaba. Por esas cosas de la vida, me ofrecieron hacer clases particulares a niños integrados a jardines infantiles y esa fue la solución para mí durante muchos años. En la mañana hacía dos horas de clases o más, con la libertad de que organizaba mis tiempos. Contar con esa flexibilidad en una jornada del día, me permitía afectar lo menos posible el trabajo en la escuela. Esta situación le permitía mayor libertad y posibilidad de dedicar tiempo a la crianza de sus hijos. Creo que las mujeres que hemos decidido ejercer una actividad laboral, tenemos que convivir con muchas tareas que socialmente se espera del rol femenino. La educación es un área profesional en la que históricamente participan más mujeres que hombres. En mi experiencia laboral-profesional, las mujeres compartimos vivencias similares: cumplir con las tareas de la casa, ocuparnos de la crianza de los hijos y aportar al bienestar económico de la familia. Muchas veces escuché lo complicado que era contratar mujeres y si eras joven, mayor riesgo, si tenías hijos pequeños, alta posibilidad de licencias y permisos. Esta era una carga más, tratar de cumplir al máximo y no abusar del sistema era un factor que te catalogaba en tu desempeño profesional. Uno inconscientemente va postergando la vida personal y la pone al servicio del éxito del proyecto familiar.

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