Historias de vida de directoras escolares: contexto y voces

31 HISTORIAS DE VIDA DE DIRECTORAS ESCOLARES: CONTEXTO Y VOCES II. MUJERES DIRECTORAS: DIÁLOGO ENTRE LA VIDA PERSONAL Y PROFESIONAL Andrea Carrasco Sáez A las mujeres se les ha atribuido, a través de la historia, un rol que tiene como fundamento un estereotipo de género que considera el género como una forma primaria de relaciones signifi - cantes de poder, donde se articula el poder imperante en la sociedad (Scott, 1990). Este rol ha implicado subordinación y exclusión de varios ámbitos de la sociedad. Se ha estereotipado a la mujer como cuidadora en el hogar y se la ha situado en tareas que la ubican en una posición social de inferioridad ante los hombres (Morgade, 2001; Coleman, 2007; Moorosi, 2007). El rol de género femenino históricamente ha sido objeto de injusticias socioeconómicas y culturales arraigadas en los modelos sociales imperantes (Fraser, 2000). Estos roles estereotipados de género, construidos socialmente, se han instalado como creencias acerca de las mujeres y los hombres que definen sus atributos, funciones y conductas en la sociedad (Barberá et al , 2011), definiciones que han relegado el rol de la mujer a un segundo plano. Se han creado perfiles “masculino” o “femenino” estereotipados, y hombres y mujeres deben mostrar que poseen ca- racterísticas afines a dichos perfiles (Arar y Oplatka, 2014). “Las mujeres han sido marginadas y víctimas de la injusticia de género que deriva de las normas androcéntricas de la sociedad (Fra- ser, 2000). Bourdieu (2000) nos señala que estamos en un espacio sexualmente jerarquizado en el que existe la “división sexuada del trabajo”, en donde los hombres se encargan de “la par- te activa, agresiva, de mando y la esencial, y realizan el trabajo noble, el de excelencia, el más sintético, y el más teórico”, en cambio a la mujer “se le asigna lo más analítico, lo más práctico, lo menos prestigioso” (p.12). El mismo autor plantea que estas divisiones de tareas y funciones son impuestas de manera arbitraria, ya que fueron construidas socialmente, por ello ocupa el concepto “sexuado” y no “sexual”, y define la “división sexuada” del trabajo como una construc - ción social (p.21-22). Por su parte, Buquet (2021) denomina el orden de género: a la manera en que se organizan socialmente los géneros, basados en relaciones de jerarquía y subordinación entre hombre y mujeres (y personas sexo/genéricas diversas). La mayor parte de los prejuicios y percepciones sobre la mujer se han construido socialmente en el contexto de separar lo privado de lo público, donde el trabajo corresponde a lo público y la familia y lo personal al ámbito de lo privado. Esta dicotomía público-privado tiene que ver con los problemas de asignación de tiempo al trabajo y a la familia, lo que sin duda afecta más a las mujeres que a los hombres trabajadores (Moorosi, 2007). Las responsabilidades privadas interrumpen la participación de las mujeres en la vida pública y comprometen su participación en cargos directivos o de liderazgo (Crisholm, 2001). El estereotipo de que las mujeres asumen como primera responsabilidad el cuidado de los/as hijos/as y las tareas domésticas sigue siendo una problemática vigente (Cabrera, 2005; Cole- man, 2007). La protección del trabajo en los comienzos del desarrollo de la legislación laboral fue unida a la protección de la familia, en un intento de moralización de las clases trabajadoras que recluyó a las mujeres al espacio doméstico y dio lugar a su exclusión del ámbito laboral. Se desarrolló, así, un modelo doméstico y familiar en el que se sobrevalora el papel de la mujer como esposa y madre, cuya competencia son las actividades domésticas, los cuidados y la educación de los hijos en el hogar, mientras que la responsabilidad de proveer económica- mente y representar a la familia en el espacio público se atribuye a los varones (Rivas Rivas y Rodriguez Moreno, 2008). En el informe Igualdad de género en Chile (OECD, 2020) se indica que a las mujeres se les sigue asignando roles donde deben realizar la mayor parte del trabajo doméstico no remunerado

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