Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

343 malestar ante las injusticias, contra algo que no corresponde, contra un engaño, contra un precio que oculta un trozo de falsedad. El estallido, convertido en movimiento social, volcado a la calle, se evidencia en concentraciones diarias en puntos neurálgicos de todas las regiones, provincias, comunas y barrios a lo largo del país. Este fenómeno da cuenta de una apropiación del espacio público que, enfrentándose de manera efectiva a la policía, genera un clima de poder sobre el espacio cercano: una apropiación del territorio local. El ensamble de estas ideas, sensaciones y toma de conciencia, llevó a validar por parte de la comunidad la apropiación de los productos del mercado, lo cual fue calificado por la prensa y los medios de comunicación como “saqueo" o evasión. La movilización social permitió no solo el control político del escenario público nacional, sino la oportunidad real de apropiarse de los productos disponibles en el gran comercio, considerándolo de justicia para la satisfacción de las necesidades inmediatas. Destrucción e incendios ocurrieron puntualmente en instituciones financieras, hoteles de lujo y centros médicos. También hubo destrucción parcial de las estaciones del Metro, quema de buses del sistema concesionado y, sobre todo, de mobiliario público, como semáforos, señalética, luminarias, rejas, todos símbolos representativos del flujo de movimiento ordenado por el sistema para cumplir la tarea productiva. Es decir, aquí hubo un rechazo a la meta del sistema que busca la eficiencia y la rentabilidad de los productos del trabajo, siendo la productividad una de las máximas del sistema neoliberal. Igualmente, es muy relevante la resignificación colectiva del patrimonio, expresada en la destrucción o reinterpretación de estatuas, monumentos y símbolos que son referencia del Chile colonial, conservador e incluso republicano, que hacen alusión a personajes del sistema elevados a la categoría de héroes que, para la

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