Migraciones transnacionales: inclusiones diferenciales y posibilidades de reconocimiento

10 – migraciones transnacionales nuevas redes sociales transfronterizas. Finalmente, creemos que una cuarta etapa podría estar iniciándose desde abril de 2018 a la fecha, desde que el gobierno de derecha de Sebastián Piñera estableciera reformas migratorias específicas. En este breve periodo se han producido cuatro grandes cambios: creación y elimi- nación de visas particulares; proceso de regularización extraordinario; proyecto de una nueva Ley de Migración y Extranjería (que ya venía discutiéndose del anterior periodo), y la no adhesión al Pacto Mundial por una Migración Segura, Ordenada y Regular a nivel internacional. Estas medidas se sitúan en una línea similar a otros países con políticas neoliberales, restringiendo posibilidades de movilidad y, por tanto, redundando en condiciones de precarización de la po- blación migrante. De acuerdo a los últimos datos comunicados por el gobierno (ine y dem, 2020), en Chile habitan 1.492.522 personas extranjeras, correspondiente al 7% de la población total, de los cuales 750.000 han ingresado al país en los últi- mos cuatro años. De los cuatro colectivos más grandes que residen en Chile, tres son de países no fronterizos, implicando un giro en las tendencias históricas. La población cuantitativamente más importante hoy es la venezolana, seguida de la peruana, la haitiana y, en cuarto lugar, la colombiana. Esta situación demo- gráfica, pese a su relevancia, resulta diametralmente diferencial con otros países ocde que ya se sitúan por sobre un 20% de población extranjera. Durante la última década, poco a poco se han constituido una serie de repre- sentaciones y estigmas sobre estas comunidades a partir de discursos políticos ex- plícitamente xenófobos, políticas públicas selectivas y medios de comunicación, inclusive a partir de las interacciones más próximas en las escuelas, hospitales, barrios y trabajos. Los/las migrantes son así percibidos/as como una amenaza como “extraños/as”, bajo una consideración de otredad máxima, de una alteri- dad radical. La homogenización que muchas veces se construye de la noción de “migrantes” permite consolidar en contrapartida, la construcción de un “ciuda- dano tipo” dentro de la sociedad chilena, excluyendo o normativizando otras autoidentificaciones que se alejan de los propósitos de la construcción nacional. La “asimilación” o “integración etnocéntrica” ha sido la matriz orientadora de las diversas políticas públicas, configurando un discurso ideológico respecto de lo que se consideraba ser un/a “buen/a ciudadano/a”. Este complejo escenario que se ha configurado en la construcción del Estado nacional chileno a través del tiempo, es el que han encontrado recientemente algunos grupos migrados que han llegado a este país, transformándose actualmente en una figura de subalter- nidad; los chivos expiatorios de los males sociales. El Estado no sólo ha actuado por razones económicas, sino que también ha planteado criterios de selección

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