Migraciones transnacionales: inclusiones diferenciales y posibilidades de reconocimiento

Prólogo – 9 Prólogo La migración en Chile es un fenómeno de larga data, que se intensificó desde el retorno de la democracia en los años 90, principalmente, a partir de la llegada de personas provenientes de Latinoamérica y el Caribe. Una mirada histórica nos lleva a constatar que el país se ha caracterizado por el diseño de políticas de inmigración selectivas y con claros componentes racistas y clasistas. La fijación de las políticas y marcos jurídicos a través del tiempo ha tomado como principio la valoración positiva de la migración europea versus una construcción negativa de las personas inmigradas de países de la región. Hasta el día de hoy se registra cierto racismo institucional que da preferencia a la llegada de personas con atri- butos culturales europeos y que “encarnen” los principios liberales dominantes. Esto hace redundar en la construcción de un imaginario social negativo respecto de la condición de persona migrada, lo que conlleva a su vez, procesos de cri- minalización, discriminación y subalternización social de ciertos colectivos de origen extranjero. Podemos reconocer cuatro etapas inmigratorias en Chile. Un primer mo- mento, a mediados del siglo xix, cuando resultaba prioritario poblar el territo- rio –“gobernar es poblar” se decía– especialmente en el sur del país. Se generó una política de atracción específicamente de población europea, generándose una migración Norte-Sur, en un contexto marcado por el evolucionismo y po- sitivismo decimonónico. Un siglo después, a escala global la tendencia de las migraciones cambia de dirección geográfica hacia un sentido Sur-Norte, lo que se da en el marco de la dictadura cívico militar en Chile (1973-1990) y de la po- larizada “Guerra Fría”. Así, se puede identificar una segunda etapa, en la que se intensifica la restricción de personas extranjeras. En 1975 se crea el Decreto Ley 1.904, basado en un enfoque de seguridad nacional y de control soberano de la frontera, concibiéndose a los sujetos migrantes como una amenaza. Chile devie- ne en ese periodo en un país de salida, de exilio. Un tercer momento podemos situarlo entre el año 1991 y 2017, en un escena- rio de afianzamiento democrático, cierta estabilidad política e indicadores ma- croeconómicos atractivos, en que Chile se convierte en un receptor de migración fundamentalmente Sur-Sur. Las poblaciones de diversos países de la región que enfrentaban sus propias crisis económicas y políticas se sintieron atraídas por el discurso de un país exitoso en lo económico que parecía ofrecer buenas condi- ciones laborales y expectativas de bienestar. Con ello comienza a afianzarse la lle- gada de personas de Latinoamérica y del Caribe, posibilitando la generación de

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