Los cazadores-recolectores y las plantas en Patagonia: perspectivas desde el sitio cueva Baño Nuevo 1, Aisén

El registro arqueobotánico – 59 El registro arqueobotánico Formación del registro arqueobotánico Antes de comenzar a revisar los datos arqueobotánicos es necesario entender cómo se define este registro y los procesos que contribuyen a su formación. Lo primero que hay que tener en consideración es que no existen contextos ni mues- tras prístinas de todas las plantas usadas por un grupo humano en la prehistoria. En ese sentido, el registro arqueobotánico se considera un registro fragmentario, ya que no es una fiel representación de las plantas que fueron usadas por el ser hu- mano en el pasado. Por el carácter orgánico de este tipo de evidencia 4 , se define como un registro frágil. Este registro se compone de diversos tipos de evidencias vegetales que ingresan al sitio en forma intencional –depósitos primarios, por ejemplo, estructuras de almacenaje, ofrendas funerarias, fogones–, como tam- bién no intencional –como los frutos que ingresan a un fogón presentes en la leña utilizada para fuego–. Finalmente, el registro con el cual uno trabaja se com- pone de aquellas evidencias que han perdurado en el tiempo. Los restos vegetales se subdividen en macro y microrrestos vegetales. Los primeros se componen de carporrestos (frutos y semillas) visibles al ojo huma- no, como por ejemplo carbones o material antracológico, maderas, hojas, flores, tallos y raíces. Los microrrestos vegetales, en tanto, son aquellas micropartículas no visibles directamente, e incluyen granos de almidón, silicofitolitos, cristales de calcio, anillos de celulosa, fragmentos de tejido celular deshidratado, micro- carbones y polen (Ford 1979; Miksicek 1987; Greig 1989; Pearsall 2010). Es importante entender que las plantas están sometidas a múltiples transfor- maciones desde que son “cosechadas” o “recolectadas” hasta que sus restos son cuantificados, medidos y registrados en laboratorio, pasando por los diferentes procesamientos y usos a que fueron sometidos por los grupos humanos y los diversos agentes tafonómicos que actuaron con posterioridad a su depositación. En ese sentido, y de forma general, no existe la idea de completitud en la preser- vación de las plantas variando según cada caso de estudio (Ford 1979; Miksicek 1987; Greig 1989). Basado en la capacidad de preservación y visibilidad en el registro arqueo- 4 La excepción son los silicofitolitos, que por su composición silícea no se consideran orgánicos, por lo cual tiene una mejor sobrevivencia en el registro arqueológico (Pearsall 2010).

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