Los cazadores-recolectores y las plantas en Patagonia: perspectivas desde el sitio cueva Baño Nuevo 1, Aisén

Un panorama general de la arqueología en la región de Aisén – 53 La asociación de litos discoidales en contextos tempranos en la Patagonia es recurrente. Se ha registrado en sitios como Cueva Fell, Cueva Pali Aike, Cueva 3 Los Toldos, Cerro Sombrero, río Ibáñez 18, río Huemules, Appeleg 1 y Amigo Oeste, ( Jackson y Méndez 2007; Hermo et al. 2013). Se tiende a relacionar este tipo de pieza con un uso más bien ritual, con un fuerte componente simbólico, lo cual se refuerza por la presencia de pigmento, comúnmente presente en estos contextos. Es reiterativa su asociación con sitios habitacionales donde igualmen- te pueden existir espacios para el desarrollo de ritos, pero más bien se relacionaría con prácticas de interacción y reproducción social de grupos cazadores-recolec- tores en los lugares de ocupación más prolongados y, por tanto, adecuados para las actividades ceremoniales ( Jackson y Méndez 2007). Finalmente, en el componente tardío (5.660-3.100 años cal ap) es notorio el uso intenso de los sectores del fondo y del medio de la cueva. En este último se registra una serie de fogones relacionados con actividades de preparación de alimentos y generación de calor y luz (Mena y Lucero 2006). Se detecta una alta frecuencia de desechos de talla (88% del total de artefac- tos líticos) sobre basalto y sílices, algunos con marcas de tratamientos térmicos. Continúan las mismas estrategias de uso y producción del material lítico. Arte- factualmente, esta ocupación más tardía se asocia al uso de puntas de proyectil, raederas, raspadores, piezas bifaciales y un sobador con pigmento (García 2007). Además, se presentan retocadores de hueso y artefactos de madera, concha y fi- bras animales. En relación con las evidencias vegetales, se confirma la presencia de un rico contexto orgánico que incluye manojos vegetales, indicativo de buenas condi- ciones de conservación de este tipo de evidencias (Mena y Lucero 2006). Adi- cionalmente, esto genera expectativas positivas sobre su procesamiento local, registrado en la forma de microfósiles en los artefactos. Es en este componente que se registra la mayor concentración de evidencia zooarqueológica, donde predominan los restos de guanaco ( Lama guanicoe ) y de aves, algunos con huellas de corte (Mena et al. 2000, 2003; Mena y Lucero 2006; Mena 2009). Se estima que hay restos de, por lo menos, dos guanacos adultos, uno juvenil y dos indeterminados (tanto del esqueleto axial como del apendicular), además de partes óseas de huemul ( Hippocamelus bisulcus ). Aso- ciados al rasgo N°1, inhumación individuo 1, se recuperaron ejemplares óseos con marcas de combustión, pero en términos generales los huesos se encuentran distribuidos por fuera o en los bordes de los fogones. Los huesos más grandes se hallaron hacia la pared de la cueva y se registra una alta densidad en la unidad central –9D– (Velásquez y Mena 2006).

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